¿La hora de Joe Biden?

¿La hora de Joe Biden?

EEUU comenzó la década bajo el signo de la “Obamamanía”, fenómeno sociológico que logrará que una persona sin experiencia ni ideario político conocido se convierta en icono de masas, insufle vientos de cambios y devuelva la ilusión y la esperanza a una sociedad americana hundida en la recesión, con lacerantes desigualdades sociales y una significativa erosión de su imagen en el mundo tras los sangrantes episodios de vulneración de los Derechos Humanos en Irak y Guantánamo que pasarán a la Historia como paradigmas distópicos de naturaleza real (no ficticia) del siglo XX.

Obama, la bestia negra de la Cuarta Rama del Poder

A pesar de que en su segundo mandato, sus asesores todavía siguen buscando los mecanismos legales para finiquitar el “limbo jurídico” de Guantánamo, un espacio virtual fruto de la ingeniería jurídica del llamado “Comité de Guerra” ( nombre en clave del selecto grupo de juristas y asesores que trabajaron a las órdenes de la Troika formada por Rumsfeld, Hayden y Cheney), verdaderos detentores del Poder durante el nefasto mandato de George W. Bush, Obama estaría pensando seriamente en el otoño de su Presidencia en borrar definitivamente el estigma impreso por la Administración Bush en los aparatos de poder (establishment). Así, Obama afirmó en Berlín que “la guerra emprendida por George W. Bush no puede ser eterna” y citó a James Madison al decir que “ninguna nación puede preservar su libertad en medio de una guerra continua”.

Sin embargo, el llamado “complejo militar-industrial” se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security) y de la primitiva hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EEUU ( la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt) , agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo y verdadero poder en la sombra por lo que Obama habría iniciado una operación de limpieza de los agentes patógenos del establishment dominante que tendrá su respuesta con el inicio de una intensa campaña de descalificación personal y política de Obama en los medios de comunicación dominantes o “mainstream media”, (especialmente virulenta en los medios manejados por los “think tank” Heritage Foundation y Cato Institute), preludio de la gestación de una trama endógena que podría terminar por reeditar el Magnicidio de Dallas (Kennedy,1.963) para lograr que EEUU vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el poder en la sombra (Cuarta Rama del Poder).

Guerra abierta Obama-Netanyahu

El inesperado triunfo de Netanyahu en las recientes elecciones supondrá la formación de un Gobierno de Guerra totalmente contrario a la existencia de dos Estados independientes (Israel y Palestina) que acelerará la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este y presionará a la Administración Obama para conseguir el ataque militar a Irán y la destrucción de sus instalaciones nucleares. Así, Netanyahu acudió a Washington con el objetivo de lograr la ayuda de sus padrinos del AIPAC para que le ayuden a convencer a Obama de que contener los planes nucleares de Irán es en estos momentos mucho más importante que frenar los asentamientos judíos, pues en la actualidad el Comité Americano-Israelí de Asuntos Público (AIPAC en inglés), sería el más influyente grupo de presión pro-ísraelí en EEUU pues cuenta con más de 100.000 miembros (150 de ellos dedicados exclusivamente a presionar al Congreso, a la Casa Blanca y todos los organismos administrativos en la toma de decisiones políticas que puedan afectar a los intereses del Estado de Israel.

Sin embargo, en la actualidad además del mediático “desencuentro formal” Netanyahu-Obama asistimos además a un “desencuentro de fondo” entre ambas Administraciones debido al concepto geopolítico imperante en la Administración Obama y cuyo cerebro sería el ex-Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski. Así, Brzezinski en un discurso ante al Consejo Nacional Irano-estadounidense (NIAC), afirmó que “creo que los EE.UU. tiene derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”, pues desde el asesinato de John F. Kennedy los Estados Unidos no habrían ya disfrutado de ese derecho al quedar desde entonces como rehenes de los intereses sionistas todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU, extremo corroborado por las declaraciones del ex-primer ministro israelí Ariel Salon “Nosotros los judíos controlamos EEUU y los norteamericanos lo saben” .

El mensaje diáfano de la Administración Obama hacia Israel sería que “la paz en Oriente Próximo y Medio (Oriente PROME) es posible a través del diálogo y que Israel y Estados Unidos tienen que negociar con Irán y con Siria, dos actores cruciales en la política de Oriente Próximo”, postulados que serían un misil en la línea de flotación del Gobierno de Netanyahu y de la Cuarta Rama del Poder de EEUU que aspiran a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), doctrina en la que se basarían los postulados de la futura coalición de Gobierno israelí liderado por Netanyahu quien aspira a convertir a Jerusalén en la “capital indivisible del nuevo Israel”, tras la invasión de su parte oriental tras la Guerra de los Seis Días (1.967), postulados que estarían en las antípodas de los fundadores del sionismo, tales como Teodoro Herzl y Chaim Weizmman, que incluyeron al movimiento dentro del espectro progresista en el campo de la diplomacia.

Joe Biden y Lindon B. Johnson, ¿tapados de la AIPAC?

Joe Biden, de 65 años, llegó al Congreso con sólo 30 años, lo que le convirtió en el quinto senador más joven de la historia de EEUU y ejerció como presidente del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado hasta ser impuesto por la AIPAC como Vicepresidente de Obama en un intento de contrarrestar su juventud e inexperiencia política en el campo de las relaciones internacionales y fundamentalmente evitar posibles desviaciones de Obama en la defensa inequívoca de Israel.

Siendo todavía Senador y en una entrevista concedida a la cadena de TV Shalom, una importante red judía de televisión por cable en EEUU, Joe Biden confesó que Israel era “la mayor y única fortaleza de EEUU en Oriente Medio” y se declaró abiertamente sionista “No necesitas ser judío para ser sionista ” , afirmaciones corroboradas por Ira Forma, director ejecutivo del Consejo Nacional Demócrata Judío al afirmar :” Biden es un gran amigo… con sólidos antecedentes pro-Israel”, con lo que seguiría la estela de Lindon B. Johnson, el otro gran tapado de la AIPAC quien según Associated Press tenía una conexión personal muy emocional con Israel que habría quedado reflejada en la confesión a un diplomático israelí tras el asesinato de John F. Kennedy en 1963: “Usted ha perdido un gran amigo, pero ha encontrado uno mejor.”

Tras la aprobación del Congreso y Senado de EEUU de una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta Robert Menéndez que señala con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente” y la posibilidad de la firma de un acuerdo del G 5+1 con Irán sobre el contencioso nuclear iraní que no contaría con el visto bueno de Netanyahul , asistiremos al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos, no siendo descartable que Obama, (tras la pérdida del control del Senado en las pasadas e lecciones de medio término y en la recta final de su mandato Presidencial), acepte el pulso del lobby judío y adopte una suicida conducta transgresora que podría reconsiderar el tradicional veto de EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU ante propuestas “nocivas para el Estado israelí”, con lo que Obama se convertiría en el último obstáculo para diseñar la arquitectura del Nuevo Gran Oriente.

¿Hacia la “Guerra de los 6 Años”?

Caso de consumarse el magnicidio de Obama, Joe Biden, el tapado de la AIPAC, se vería obligado a asumir la Presidencia del País y a hacer cristalizar las iniciativas inconclusas de su predecesor en un posterior mandato presidencial , especialmente la Ley de Inmigración, Seguro de salud para los Ancianos y Pobres, Viviendas de bajo costo y Plan de Renovación urbana, (condenando de paso al ostracismo político a un Partido Republicano inmerso en luchas intestinas y lastrado por la nefasta gestión de sus antecesores) y el objetivo de su programa “Guerra contra la Pobreza” será construir una gran nación donde la igualdad de oportunidades y una alta calidad de vida sean el patrimonio de todos, aunque su mandato quedará presumiblemente marcado por la Guerra contra Siria e Irán (Guerra de los 6 años). Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro ( rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).

La ausencia de Obama será pues aprovechada por la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por los actuales países de Oriente Próximo y Medio y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel (Gran Israel-Eretz Israel), siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales. El Proyecto del Gran Israel (Eretz Israel), sería hijo del atavismo bíblico y bebería de las fuentes de Génesis 15:18, que señala que “ hace 4.000 años, el título de propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Eúfrates fue legado al patriarca hebreo Abraham y trasferida posteriormente a sus descendientes”, lo que supondría la restauración de la Declaración Balfour (1.917), que dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las 46.000 millas cuadradas y que se extendía desde el Mediterráneo al este del Éufrates abarcando Siria, Líbano, parte nororiental de Irak , parte norte de Arabia Saudí , la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí en Egipto así como Jordania, que pasaría a denominarse Palesjordán tras ser obligado a acoger a toda la población palestina de las actuales Cisjordania y Gaza forzada a una diáspora masiva (nueva nakba).

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