Los hijos de padres divorciados desarrollan estrés, angustia y problemas psicológicos, con adicción al alcohol y a las drogas

Los hijos de padres divorciados desarrollan estrés, angustia y problemas psicológicos, con adicción al alcohol y a las drogas

Los hijos son siempre las víctimas ante un divorcio. Un estudio británico, con una encuesta entre 500 hijos de 14 a 22 años que vivieron una ruptura en su hogar, lo afirma. El 19% empeoraron su rendimiento escolar y el 15% se vieron obligados a cambiar de colegio. Los hijos fueron utilizados por los padres para arremeter el uno contra el otro; el 32% se sintieron utilizados en las peleas de sus padres.

La investigación ha sido patrocinada por “Resolution”, la asociación que agrupa a 6.500 abogados de familia de Inglaterra. Sus autores concluyen que «los hijos no se pueden desarrollar bien si su vida emocional es un desconcierto». El estrés que provocan los divorcios empuja a un 14% al alcohol y un 13% llegan a la adicción a las drogas. El 65% que vivieron el drama en su infancia tuvieron dificultades para obtener el graduado escolar.

Molly Baker, una niña de 16 años de Sheffield, que tenía siete cuando sus padres se divorciaron, recuerda cómo cambió su vida en una situación de custodia compartida: «Tener que vivir entre dos casas durante la semana significaba muchísimo estrés”.  Emma Austin, especialista de apoyo en el hogar de la escuela Frederick Bremer de Londres, explica que «cualquiera que trabaje con los niños y sea testigo de las implicaciones familiares de una ruptura sabe que los efectos son devastadores para los hijos». En Reino Unido, cada año cien mil niños, de menos de 16 años, sufren el divorcio de sus padres.

Por otra parte, en España se divorciaron cerca de 100.000 y 6.000 separaciones en los últimos  años. En la actualidad, se registran dos divorcios por cada mil habitantes. La edad media de las mujeres que despedazan su matrimonio es de 42 años y la de los hombres 45 años. En el 76% de los casos las mujeres reciben la custodia de los niños. Los sufrimientos alcanzan también al entorno familiar. La quinta parte de los niños ingleses, hijos de padres divorciados, no volvieron a ver a los abuelos de una de las partes. Los especialistas británicos afirman que las peleas delante de los pequeños es una fuente de estrés, de angustia y de problemas psicológicos.

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