Si sus hijos se convierten en teleadictos, pregúntense si han controlado todos los contenidos que los niños ven en la tele

Si sus hijos se convierten en teleadictos, pregúntense si han controlado todos los contenidos que los niños ven en la tele

“La mala televisión es la violación de las multitudes”, afirma Jean Renoir, director de cine, guionista y actor francés.

La televisión ha sido y es un fenómeno social de gran importancia pero Internet, a través de las diversas aplicaciones, está logrando que no sea un medio que absorba la vida familiar.

Sin embargo la televisión sigue siendo un medio de gran influencia en la sociedad sobre todo por la actitud pasiva de los espectadores que provoca un abandono de los quehaceres habituales.

Los padres tienen una grave responsabilidad en la educación de sus hijos por lo tanto deben cuidar los programas televisivos que visionan y orientarles, previo asesoramiento por personas o instituciones con recto criterio. No todo lo que se emite a través de la pequeña pantalla es válido para los niños.

Los padres tienen la obligación de apoyar el desarrollo de las facultades de sus hijos con estímulos positivos que adhieran la voluntad al bien y muevan a rechazar el mal.

Los progenitores deben enseñar a los hijos a ver la televisión, a valorar sus contenidos para rechazar lo negativo. También es importante controlar el tiempo que van a dedicar a visionar la televisión porque posicionarse ante la pequeña pantalla, indiscriminadamente, es perjudicial para la salud mental de los niños.

Es necesario recordar que el mejor negocio que tienen los padres es la educación de sus propios hijos.

Por otra parte, para garantizar que la industria televisiva respete los derechos de la familia, los padres, deben manifestar sus preocupaciones a los responsables de las diversas cadenas televisivas así como también a las numerosas productoras de programas.

Asimismo, es importante sensibilizar a los anunciantes para que no apoyen programas nocivos con sus campañas publicitarias. Las audiencias generadas por los programas basura, que degradan al ser humano, es de un perfil bajo y con escaso poder adquisitivo. Los espectadores basura consumen productos, también, basura.

“La televisión ha acabado con el cine, el teatro, las tertulias y la lectura. Ahora tantos canales están terminando con la unidad familiar”, afirma Bernice Ubres.

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