Ochocientos cincuenta millones de años hasta que se evaporen los océanos

Ochocientos cincuenta millones de años hasta que se evaporen los océanos

(CORDIS) — El calentamiento global y el aumento de la contaminación han logrado que sean pocas las ocasiones en las que se escuchan buenas noticias referentes a los océanos, No obstante, un científico de la Universidad de Toronto (Canadá) ha publicado en Nature nuevos y esperanzadores datos al respecto. Sus resultados apuntan a que la Tierra podría disfrutar de otro millar de millones de años antes de que sus océanos se evaporen.

Trabajos anteriores habían apuntado a que este fenómeno se produciría en ciento cincuenta millones de años debido a la zona de habitabilidad estelar de la Tierra. Esta zona, ni demasiado caliente ni demasiado fría como para que exista un medio líquido en un planeta, es ligeramente mayor de lo que se pensaba hasta ahora: 0,95 UA (unidades astronómicas la distancia media que separa a la Tierra del Sol) en lugar de 0,99 UA.

Hasta ahora se pensaba que la expansión del Sol, provocada al consumirse el hidrógeno que le sirve de combustible, provocaría un calentamiento global rampante en ciento cincuenta millones de años. Jeremy Leconte, investigador principal del estudio, comentó en una entrevista concedida a Space.com que «para la Tierra supone un cambio considerable pues se consideraba que el planeta está bastante cerca del límite interno y sin embargo ahora hemos descubierto que no lo está tanto».

A diferencia de estudios unidimensionales anteriores, esta nueva modelización tiene en cuenta las nubes y la circulación por lo que amplía el límite interno de la zona habitable a la estrella. De este modo la Tierra ganaría algo de tiempo aunque aún se encuentra bastante cerca del borde interior de la zona habitable.

El nuevo modelo, además de suponer buenas noticias para las generaciones venideras, también contribuirá a que los científicos conozcan mejor qué es lo que define un planeta extrasolar habitable. «Ahora contamos con un marco adecuado para comprender estos objetos no sólo como puntos sino como planetas reales con una superficie y una atmósfera en la que se podrían producir procesos complejos como la formación e nubes al igual que en la Tierra», explicó Leconte.

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