Al estilo del Presidente Andrés Manuel López Obrador nadie le hace sombra sobre todo cuando se trata de mover sus fichas como mejor le plazca y acomode.
La salida de Olga Sánchez Cordero de la Secretaría de Gobernación era previsible y podemos decir que hasta tardía por el nulo peso que la ex ministra tenía como titular del área más importante en el gabinete presidencial.
Sin poder de maniobra, ni decisión, Doña Olga se fue convirtiendo en una figura invisible con mínimo poder de decisiones y que sólo fungía en actividades de “trámite” para cubrir el cargo, pero sin que la seguridad nacional estuviera en sus manos.
Las formas que el Presidente AMLO aplicó para su salida fueron las más desafortunadas para una funcionaria que, cumplió de manera institucional, no así en la práctica ni en resultados, pero no porque no haya querido, sino porque al Presidente no le gusta soltar ni un hilo de su madeja para que otros maniobren la llamada consolidación de su cuarta transformación.
En su larga trayectoria en el poder judicial, Sánchez Cordero resaltó por su feminismo y garra para abordar temas puntillosos, lo que no sucedió en Palacio Nacional, desde donde se desdibujó su presencia y sólo sirvió de acompañamiento presidencial en algunos actos protocolarios.
El día del relevo, la ex secretaria se encontraba en un acto del Instituto Nacional de las Mujeres, donde sería oradora.
Una llamada le cambió su agenda de manera permanente.
Lo anterior fue una señal de la falta de respeto que el propio Presidente de México tiene con sus colaboradores a quienes de manera imprevista y sin decir “agua va” les notifica que serán relevados.
Esto mismo sucedió con Olga.
El anuncio de la salida de Sánchez Cordero y del arribo del ex gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, se dio como siempre enmarcado con un anuncio presidencial.
Fue francamente desafortunado mirar el rostro desencajado de Olga Sánchez quien no pudo contener las muecas, los gestos y el nerviosismo.
Si bien retoma su curul en el Senado de la República como Presidenta de la Mesa Directiva, será muy complicado que sea esa cuña para un Ricardo Monreal que se mantiene como coordinador de la bancada morenista.
Y es que se sabe que el poder que ya acumuló Monreal en el Senado, es vasto y sin intenciones de acotarse frente a la figura de una Olga Sánchez que es mujer institucional pero no de grillas, ni tampoco de amarres o cabildeos leales y desleales que son especialidad en el zacatecano.
Formas no siempre son fondo, sobre todo al analizar el estilo presidencial para cortar cabezas, de quienes fueron sus más leales y cercanos colaboradores.
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