Por: Christopher S. Ljungquist
(Geopolitical Monitor) – España emergió de un año plagado de escándalos políticos, reales y económicos y comenzó el 2014 como un polvorín político en Europa, con uno de los movimientos secesionistas con más desafíos en potencia en el mundo occidental. Artur Mas, presidente de la Región Autónoma de Cataluña, ha hecho un llamamiento público a los líderes de la UE pare que presionen al Presidente de Gobierno español Mariano Rajoy que permita que se lleve a cabo un referéndum con respecto a la independencia de Cataluña, que está programado por el gobierno regional de Barcelona para el 9 de noviembre de 2014. El Presidente Rajoy, por su parte, anunció categóricamente que el referéndum planificado es ilegal e inconstitucional y que no está a favor de la reforma de la constitución del año 1978 para “satisfacer a quien ni siquiera quedará satisfecho”. El 13 de enero Rajoy le aseguró al Presidente Obama que la soberanía y la integridad de España no es negociable, descartando bruscamente esa preocupación.
Para pronosticar el año 2014 es crucial llevar a cabo un breve análisis del movimiento secesionista catalán y la reacción del estado español, dado que los conflictos de este tipo en España tienen históricamente una tendencia a incluir o afectar también a otras naciones europeas. En tanto la UE está pasando por una experiencia muy difícil tratando de manejar la desestabilización ocasionada por los problemas económicos de varios países miembros, la crisis secesionista española sin duda empeorará los tensos debates que están ocurriendo en relación con el nacionalismo, la soberanía nacional y la autoridad del gobierno en general. Una vez más, España será nuevamente una plataforma ideológica donde esta vez se desarrollará una lucha por la supervivencia del concepto básico de soberanía e integridad nacional en una Europa que hoy es universalmente democrática. Mientras España ha manejado vigorosos movimientos de independencia en Cataluña y en el País Vasco en un pasado reciente, la mayor parte de ellos con controversias durante la Segunda República (1931-1939) y las décadas del terrorismo de la ETA que plagaron el país durante la permanencia de Franco en el poder y la transición hacia la democracia, el conflicto actual se está desarrollando en el escenario aún más complicado de las políticas de la UE, probando la capacidad de la UE de lidiar con una sedición procesada democráticamente, y también poniendo a prueba el derecho legítimo de un país soberano de mantener su integridad territorial.
De manera muy inteligente, los catalanes están señalando que si la democracia es una virtud prominentemente política de España y la Unión Europea, entonces, ¿sobre qué base el estado español le niega a Cataluña la autonomía de gobierno?, continuando de esta manera una política que se presume “autoritaria” por parte de Barcelona. Esta pregunta es mucho más que un mero recurso retórico. Está dirigida al centro mismo de los pilares ideológicos del estado español, ya que cuestiona si el actual experimento democrático es el heredero político de la regencia de Franco o de la malograda Segunda República. Aunque quizás en la mayoría de los lugares esta pregunta será mera pedantería, en España se trata de una controversia por la cual muchos actores están dispuestos a matar. La pregunta es más relevante aún considerando que el estado español, desde la presidencia de Leopoldo Calvo Sotelo (1981-1982), ha estado más que anémico en la articulación del principio de inviolabilidad del territorio nacional, equivocándose más que pronunciando una dedicación firme e inalterable con respecto a la soberanía. En esencia, Madrid ha recurrido constantemente al apaciguamiento de los separatistas en vez de ocuparse de solucionar los enredados principios políticos menospreciados por una tibia pedagogía desde 1976.
Los movimientos pro-democráticos de la derecha tales como “Democracia Nacional” están canalizando el amplio descontento del público con los partidos socialistas y conservadores establecidos hacia las manifestaciones que desafían la tépida actitud del gobierno central y encienden las llamaradas de la ira en los extremistas. Tanto los que apoyan la derecha como los separatistas se provocan mutuamente para llevar a cabo confrontaciones en las calles. Ambos grupos utilizan una simbólica increíblemente incendiaria: los derechistas utilizan el saludo fascista mientras que los separatistas hacen flamear las banderas pro-ETA en los estadios, glorificando de esta manera el asesinato de sus conciudadanos no queridos.
Anatomía de la secesión Catalana: Antiguas heridas y nuevas plataformas
El Secesionismo Catalán es inseparable de las memorias de la Guerra Civil y sus postrimerías que incitan de manera directa a los españoles a toda clase concebible de emociones. Cataluña recibió su condición de región autónoma por primera vez durante los años de la Segunda República (1931-1939), cuando los secesionistas se aliaron con los Anarquistas, Comunistas, Socialistas y los republicanos en general para luchar contra su enemigo común. Con la victoria de las fuerzas Nacionalistas del General Franco en 1939, se abolieron todas las autonomías regionales. Basta con decir que se trata de un conflicto político cargado con la mentalidad apasionada de un juego de suma cero.
En los reclamos catalanes en pro de la independencia se encuentra un argumento excluyente en cuanto a las diferencias históricas, lingüísticas –y hasta raciales – entre Cataluña y el resto de España.
Cuando el nacionalismo Catalán hizo su primera aparición dialéctica en la década de 1880, estaba encuadrado invariablemente en las teorías positivistas-eugénicas que prevalecían en esos tiempos tal como lo atestigua Pompeu Gener en 1887 en la “teoría racial de la nación catalana”. Asimismo, las teorías eran inherentemente antisemitas, ya a que los apologistas de Cataluña declaraban que los catalanes eran “Góticos-Arios” en oposición a los “semitas” de Castilla – una clara referencia a la presencia de grandes cantidades de judíos en las tierras de Castilla. Los argumentos racistas a favor de la secesión Catalana prevalecieron hasta 1945, cuando la opinión mundial no podía seguir legitimando esta premisa. Aún hoy en día, todavía se deslizan ocasionalmente algunos vestigios de este tipo de pensamiento, aún provenientes de líderes regionales de Cataluña de alta alcurnia, especialmente cuando se denigra a la región española de Andalucía.
Para los observadores casuales, es muy difícil ver una diferencia entre los hechos y la ficción propagandista. Otra discusión omnipresente entre los secesionistas catalanes es el idioma. Aunque la Constitución de España de 1978 tiene el mandato explícito de que todos los niños en edad escolar deben aprender el idioma español, se sabe que las escuelas públicas en Barcelona tratan al español como segunda lengua junto con el idioma inglés, y hasta llegan al extremo de enseñar el español solamente durante dos horas semanales, y solo a los niños que ya cumplieron los nueve años de edad. Esto llegó a la atención de la Corte Suprema en 2012, que ordenó que el idioma español fuera el primer idioma en la enseñanza, una disposición que no se espera que Cataluña cumpla, y de hecho no la ha cumplido a la fecha en la que se escribió este artículo. La forma en la que los nacionalistas Catalanes utilizan su idioma es quizás el aspecto más destacado de su iniciativa de construir una identidad con fines políticos. Según las estadísticas, tanto del gobierno español como del gobierno regional de Cataluña, el español es, por mayoría, el idioma que más predomina en Cataluña, tanto como lengua materna y como la lengua utilizada para la interacción social y comercial. Es muy importante que se estima que solo el 34% de los catalanes identifican el catalán como su lengua materna, y si se toma en cuenta la capacidad de escribir, este porcentaje nunca excede más del 30%. El 85% de los libros en las librerías son en idioma español y la demanda de películas en español es superior al 90%.
Debido a que el público fuera de España por lo general ve solamente la cobertura de los apacibles pedidos de Cataluña de que Madrid permita que se lleve a cabo un referéndum no obligatorio, hay una pátina de respetabilidad que con frecuencia esconde la realidad de los exabruptos de violencia del movimiento secesionista que plaga las calles de Barcelona.
Las empresas pro-españolas que no participan en las “cadenas humanas” o “shows” que se realizan a favor de la secesión muchas veces son atacadas y boicoteadas, y la exhibición de la bandera española se suprime de manera muy violenta. Los integrantes de la organización terrorista catalana “Terra Lliure” (Tierra Libre) todavía siguen activos en las calles, aunque formalmente esta organización fue desintegrada en 1991 y sus líderes pasaron a ser parte del partido de extrema izquierda Esquerra Republicana de Catalunya (Izquierda Republicana de Cataluña). Recientemente, en septiembre de 2013, un juez de Barcelona desafió abiertamente a Madrid e hizo la advertencia de que las fuerzas de aplicación de la ley enviadas para interferir con la secesión catalana iban a tener que encontrarse con una oposición armada.
El nacionalismo catalán, al igual que muchos otros nacionalismos anteriores, es muy irredentista en sus aspiraciones hegemónicas. Los nacionalistas catalanes anuncian que existe una “pan-Cataluña” que no sólo incluye a la región de Cataluña, pero también a las Islas Baleares, el principado de Andorra, Valencia, la comarca de Rosellón en el sur de Francia, una parte de Aragón, la ciudad de Alguero en Cerdeña, y el poblado El Carche, de la región de Murcia. Valencia, particularmente, ya está haciendo oír su preocupación con respecto a la postura imperialista de los nacionalistas catalanes.
Más complicaciones políticas aún
Existe una especulación muy extendida de que el creciente fervor nacionalista de parte de los nacionalistas catalanes lo están enardeciendo las elites políticas de Barcelona para presionar al gobierno de Madrid para que conceda su aprobación a la entrega de más ingresos fiscales a la provincia. Esto fue denegado cuando Artur Mas presentó la solicitud al Presidente del gobierno español hace más de un año, y muy pronto después de esto comenzó nuevamente la agitación. Además, durante dos años seguidos se llevaron a cabo rescates financieros de Cataluña y el gobierno central no ejerció su legítimo derecho de ejercer el control en las regiones que están constantemente en déficit, como pasa con Cataluña (Barcelona ha tenido un déficit de más de 2 mil millones de Euros anuales). Los ingresos fiscales son otra herramienta publicitaria clave de los secesionistas, y Cataluña ahora se queda con el 60% de los ingresos fiscales cobrados en sus territorios, en contraposición con la región de Madrid, que es económicamente más fuerte, que se queda solamente con el 17% de los ingresos fiscales. Las regiones que significan mayores ingresos fiscales para el estado son: Navarra, las Islas Baleares, y Madrid—y las regiones que reciben menos ayuda son las Islas Baleares, Madrid, y La Rioja. Artur Mas ha mantenido cinco embajadas catalanas en otras tantas grandes ciudades, y anunció la creación de una nueva embajada en Washington, D.C., a pesar de que ya existe una embajada en la Ciudad de Nueva York. Para agravar más la frustración de Madrid, la policía de Cataluña cobra 40% más que la Policía Nacional, y 50% más que la Guardia Civil, el personal de la administración pública catalán recibe sueldos mayores que el personal de la administración pública de España, y hasta el presidente de Cataluña tiene una remuneración mayor que la del presidente nacional.
Con respecto a la UE, Artur Mas admitió que en caso de secesión Cataluña sería excluida como miembro de la UE, y que España tendrá el poder del veto con respecto a cualquier solicitud de acceso en el futuro. En grandes términos, esto significaría una drástica devaluación del dinero en Cataluña en caso de que se deje de lado el Euro.
Concretamente, la solicitud de Cataluña de que Madrid permita que se lleve a cabo un referéndum no obligatorio que se llevaría a cabo el 9 de noviembre está constitucionalmente más allá del poder del presidente. La gran mayoría de los expertos legales están convencidos de que no existe ningún marco constitucional, en los términos de la constitución actual, que permita que se lleve a cabo cualquier tipo de referéndum secesionista. Los secesionistas catalanes que se oponen también comprenden que no existe algo así como un “referéndum no obligatorio sobre a la independencia” ya que un “Sí” como resultado de la capital política a los separatistas podría muy bien ser demasiado para que se oponga un tibio gobierno central.
Christopher S. Ljungquist
Contributor y Analista del Geopolitical Monitor
(A Canadian Intelligence Publication and Consultancy)
Traducción del Ingles: Eurasia Hoy
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