La inyección letal, con la que se eliminan a los condenados a la pena capital, puede provocar un gigantesco sufrimiento en la agonía final, contrariamente a lo que aseveran los protectores de la pena de muerte, según el estudio difundido por Human Rights Watch.
La Comisión de Derechos Humanos de la ONU ratificó una resolución en la que sugería a todos los países del mundo prohibir la pena de muerte, proteger la dignidad y los derechos inalienables de toda persona humana, en todos los momentos de su existencia, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Recientemente, Nebraska ha abolido la pena de muerte, convirtiéndose así en el primer estado norteamericano en hacerlo en más de cuatro décadas. Por 30 votos a favor y 19 en contra, los legisladores de Nebraska han decidido levantar el veto del gobernador, Pete Ricketts, sobre una ley estatal para prohibir este tipo de condena judicial, según ha informado ‘The New York Times’.
La batalla se ha librado hasta el último momento. Ricketts imponía su veto a las puertas del Capitolio estatal y rodeado por las familias de dos víctimas mortales del robo de un banco en la localidad de Norfolk en 2002.
Al margen de las disputas políticas, la abolición de la pena capital en Nebraska es un hito, ya que su Parlamento está dominado por los republicanos, favorables a este tipo de castigos contra los reos.
En esta ocasión una mayoría republicana se ha mostrado en contra al considerar que la pena de muerte no solo se ha demostrado ineficiente en sus fines –la reducción de la criminalidad mediante la disuasión–, sino que además es muy costosa.
Otros legisladores republicanos han esgrimido razones de tipo moral y religioso que se han visto respaldadas por los obispos regionales. “Estamos convencidos de que la pena de muerte no hace de Nebraska un lugar seguro y no promueve el bien común”, se dijo en un comunicado.
Con este paso, Nebraska se ha sumado a los 18 estados –además de Washington– que han decidido derogar la ejecución como sanción penal, siendo el primero en abolirla el conservador de Dakota del Norte, que abolió la pena de muerte en 1973.
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