Esta campaña de Pan Pepín enlaza con la filosofía de la marca: el amor a Puerto Rico y la bondad de sus gentes, el hogar de familia y el valor de la amistad… El spot se estrenó en la televisión puertorriqueña y fue uno de los anuncios más comentados del año. Entre otras cosas, porque todos los actores son empleados de Pan Pepín, lo que manifiesta su identificación con la empresa. También fue comentada la participación del compositor Angel “Cucco” Peña, que interpreta una canción pegadiza.
La historia empieza de noche, en medio de un fuerte aguacero. Cuando todo presagia tristeza y desolación, estalla la música que nos habla de solidaridad. A continuación se ven varias situaciones de desamparo en las que alguien recibe ayuda de un desconocido.
Primero, un joven médico atraviesa la noche destemplada para atender a un hombre viejo y enfermo. Después, una madre y su hija –abandonadas en pleno desierto por una avería del coche- reciben la ayuda desinteresada de un policía que pasaba por allí. Más tarde, una madre a punto de dar a luz es ayudada por un grupo de jóvenes enfermeras. Luego un chico, en la hora del recreo, decide partir su bocadillo, aunque duda si dar al otro la parte más grande o la más pequeña. Y así hasta la última, la más entrañable: una mujer llega a casa cansada del trabajo. ¿Estará todo por hacer? No, su marido, con más buena voluntad que eficacia, ha preparado la cena en la cocina mientras jugaba con los niños. De repente, el cansancio de la madre desaparece y su cara se ilumina de felicidad.
El mensaje es muy claro. La grandeza de cada hombre está en su capacidad de servir a los demás; no en los triunfos que consigue, sino en la felicidad que deja a su paso. El spot nos habla de eso: del amor en lo pequeño, del valor de la familia, de la solidaridad entre los hombres. Sobre todo, de la hermosura de una nueva vida, y del afecto en los detalles cotidianos.
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