Por Hólger Álava
Todo comenzó con una llamada telefónica de un miembro de la red Socios para la Prosperidad al Ejército Nacional de Colombia el 19 de agosto. Según la información suministrada por el informante, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) estaban planeando hacer explotar un importante puente de la región de Huila.
La información fue específica y detallada: tres personas en una camioneta Dimax se habían acercado hasta el puente La Seca en el municipio de Guadalupe, al sur de Huila. Un hombre había salido de la camioneta con un bulto negro en sus manos, que luego colocó debajo del puente antes de regresar al vehículo.
En una rápida respuesta a la información de inteligencia, los soldados del Batallón Especial Energético y Vial No. 12 se dirigieron al lugar y hallaron el paquete negro que el hombre de la camioneta había colocado debajo del puente. Se trataba de una bomba cilíndrica. Los soldados bloquearon inmediatamente las señales de teléfonos celulares en el área, dado que los terroristas suelen activar estos dispositivos mediante teléfonos móviles. Luego destruyeron la bomba mediante una explosión controlada.
La información suministrada y la rápida respuesta del Ejército evitó el ataque potencialmente devastador de una bomba que contenía cerca de 50 kg de ANFO —una combinación industrial explosiva— y metralla. El dispositivo explosivo tenía un radio letal de 40 metros, lo que significa una potencia suficiente como para destruir el puente que conecta la zona de Huila con Caquetá.
¿Quién ordena los ataques terroristas?
Algunos analistas sostienen que los recientes ataques de las FARC pueden haber sido ordenados por elementos que se separaron de la organización terrorista, y no se trataría de los comandantes del grupo.
“Las FARC están divididas por las pérdidas que han sufrido frente a las fuerzas del gobierno colombiano. “Esas divisiones pudieran crear que grupos disidentes extremistas de forma aislada lleven adelante estos atentados para descarrilar un proceso de paz [entre el gobierno colombiano y las FARC, que se lleva adelante en La Habana, Cuba] que no les interese”, explicó Héctor Chávez Villao, un analista de seguridad de la Universidad de Guayaquil.
“Los altos mandos saben de la superioridad militar de las fuerzas de seguridad del gobierno y no les conviene realizar estas provocaciones justo ahora cuando negocian la paz en La Habana y ellos pudieran logar entrar como actores políticos en Colombia”.
Otros analistas estiman que es difícil saber, al menos por ahora, quién está detrás de los ataques.
“Es difícil identificar si estos atentados vienen de un alto mando de las FARC con la finalidad de seguir mostrando poder y tener más capacidad de negociación frente al gobierno o si están siendo perpetrados por grupos o células más pequeñas que actúan de manera independiente”, afirmó Yadira Gálvez, analista de seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Se ha demostrado que la colaboración con la población ha sido un punto clave para el trabajo de las Fuerzas Armadas en la lucha contra estas organizaciones y en el proceso de paz. Se ha dado un acompañamiento de la gente que permite identificar las zonas de operación. Ahora las FARC ya no tienen la protección que tuvieron al inicio de la lucha ideológica. La población está cansada de vivir en guerra y se siente amenazada por estas organizaciones,” concluyó Gálvez.
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