La segunda víctima atormentada del aborto es la mujer. Millones de jóvenes se han hundido en el fraude del aborto. Así lo prueba la institución abortista más significativa del mundo, la Federación Internacional de Planificación Familiar, al aseverar que: “la incidencia del trauma postaborto en adolescentes con abortos quirúrgicos puede llegar a alcanzar hasta el 91% de los casos.”
Las jóvenes que abortan comienzan a padecer los síntomas postaborto, esto es; zozobra, desesperación, delirios, desvelo, embriaguez, drogadicción, desesperanza, psicosis… y suicidio.
El Gobierno de Finlandia desveló tener siete veces más suicidios entre jóvenes que habían abortado, de acuerdo con un informe de una muestra de 9.129 mujeres…, un estudio estremecedor. El aborto produce graves trastornos mentales: el 64% ingresan en sanatorios psiquiátricos después del aborto, según una investigación de la Universidad estadounidense de Baltimore y el 59% sufren trastornos psiquiátricos graves y permanentes tras el aborto, según la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra.
En 2007, la artista británica Emma Beck, de 30 años, esperaba mellizos y abortó tras la ruptura con su novio, que no quería a los niños. Apareció ahorcada, dejando a sus parientes una patética carta: “La vida es un infierno para mí, yo nunca debería haber abortado, habría sido una buena madre. Le dije a todo el mundo que no quería abortar, hasta en el hospital. Quiero estar con mis bebés, necesitan de mí más que nadie”.
Otra de las graves secuelas del aborto es el carcinoma de mama. Junto con el gran acrecentamiento de los cánceres del aparato reproductivo de la mujer, el cáncer de mama ha tenido un aumento espectacular en los últimos años, en todos los lugares donde se ha propagado el aborto.
En una investigación de la catedrática proabortista Janet Daling, divulgada por el “Journal of the National Cancer Institute”, en los casos en que había precedentes familiares de cáncer, se afirmaba que la madre que abortaba más tarde de los treinta años, el peligro crecía un 270%. Más aún: cuando las jóvenes abortaban a su primogénito antes de los 18 años, y tenían antecedentes familiares cancerígenos, el cáncer se presentaba rápidamente.
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