El reciente ejercicio del Presidente de México Andrés Manuel López Obrador para exhibir una vez por semana durante sus conferencias mañaneras “las mentiras” que desde la óptica gubernamental se publican en los medios de comunicación, recibió fuertes críticas no sólo mediáticas y en redes sociales, sino de parte de diferentes sectores de la sociedad, quienes coinciden en calificar la intentona como un ardid para imponer “verdades oficiales”.
Los desencuentros del mandatario mexicano con los medios de comunicación se han convertido en una historia repetitiva donde desde Palacio Nacional se articulan campañas en contra de medios y periodistas que han sido descalificados y señalados de corrupción.
La reciente estrategia del Presidente AMLO para establecer una sección de “quién es quién en las mentiras” abrió un gran debate en México no sólo sobre la proliferación de Fakes News, sino también sobre la intención gubernamental de “jalar las riendas” para presionar o exhibir a la prensa nacional e internacional.
AMLO ha sido crudamente cuestionado luego de esta desafortunada decisión equiparándolo a personajes como Hugo Chávez o incluso el mandatario venezolano Nicolás Maduro, quienes en su momento recurrieron a estrategias similares para contener las críticas nacionales e internacionales a sus gobiernos.
El fenómeno de la posverdad es riesgoso cuando encuentra en un gobierno la manera de imponerse como absoluta e irreplicable en un gobierno.
El ejercicio presidencial habría obtenido mejor respuesta con la difusión o análisis de organismos intermedios y autónomos en la sociedad mexicana, tales como las universidades. Sin embargo, la autoría tiene el sello de la casa y directamente del vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas.
A la mitad de su mandato, el Presidente AMLO no ha podido establecer una actitud de tolerancia frente a sus críticos, quienes desde diferentes trincheras gubernamentales han sido hostigados.
La intolerancia de López Obrador hacia la crítica para su gobierno es hoy ventilada no sólo en México, sino en escenarios internacionales donde se exhibe el riesgo de amedrentar con linchamientos públicos a todos aquellos que difieran coincidir con la que hoy se erige como la única y absoluta verdad: La palabra del Presidente.
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