Muy bien lo expresa su eslogan turístico, la República Dominicana “lo tiene todo”. En el universo de ese “todo”, se encuentra la muy famosa hospitalidad de los dominicanos y dominicanas. El gran poeta Pedro Mir dijo “hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol… en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol”. Quisqueya, como también se conoce al país, es una tierra de gente que abraza al visitante y lo hace sentir suyo y como en casa, le canta a son de bachata y merengue y le entrega lo mejor que tiene: su gente.
Sus paradisíacas playas como la de Bahía de las Águilas y sus ciudades encantadoras que van desde la que fue el primer asentamiento europeo en las Américas –la capital, Santo Domingo– hasta Punta Cana cuya fama hace que le consideren un paraíso terrenal, así como el efecto del crecimiento económico del país, no solo atraen turistas e inversionistas extranjeros, también a dictadores despreciados por el resto del mundo.
La hospitalidad e intermediación dominicana ha llevado a la nación caribeña a desempeñar un rol importante en la resolución de conflictos internacionales. Lo vimos en 2008 cuando se generó una crisis diplomática entre Colombia, Ecuador y Venezuela, también conocida como la Crisis Andina. Colombia, persiguiendo a las FARC, penetró al Ecuador sin previo aviso y se desató una tensión de dimensión regional. Fue en República Dominicana, con la intermediación del entonces presidente Leonel Fernández, donde se llevó a cabo la Cumbre de Río, donde los presidentes involucrados se dieron un apretón de manos y el conflicto quedó desactivado. Años más tarde, sería este mismo país el que serviría de sede neutral para los procesos de diálogos entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana.
¿Qué pasa cuando todo el mundo —por supuesto, incluyendo tus aliados y antiguos amigos— te cierra las puertas? ¡Necesitas encontrar otro lugar dónde tocar el timbre para pedir ayuda!
El ejemplo más ilustrativo de esta interrogante nos transporta hacia Asia Occidental y Medio Oriente. En 1979 Mohammad Reza Pahlavi, mejor conocido como el shah de Irán, fue derrocado por la Revolución Islámica liderada por el ayatolá Jomeini. Ya para ese entonces el shah era considerado uno de los hombres más ricos del mundo —el petróleo iraní en su apogeo—, el principal aliado de los estadounidenses en el Golfo Pérsico y amigo de los líderes mundiales de la época, terminó sus días humillado por el rechazo a un santuario digno que le permitiera tratarse el cáncer linfático que le afectaba ya en etapa terminal.
En un período de año y medio, países como Marruecos, Bahamas, Ecuador, México, Estados Unidos, Panamá y finalmente Egipto fueron visitados por el shah y su esposa, en algunos casos con ayuda del magnate David Rockefeller. Fue en Egipto, donde fueron acogidos por el presidente Anwar el-Sadat. Un verdadero nómada, por no decir apátrida. ¿Cuál era el problema? Nadie quería meterse con los ayatollahs de Irán, especialmente después de la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense en Teherán y la amenaza que Jomeini lanzó al país que se atreviera recibir al shah.
Regresando al Caribe, vamos a repasar brevemente algunos huéspedes políticos que ha tenido la República Dominicana, algunos ilustres, otros no tanto:
Españoles que huían de la Guerra Civil (1936 a 1939):
Tras la Guerra Civil española, República Dominicana, al igual que México, fue uno de los pocos países que abrieron sus puertas a españoles desplazados que huían de la persecución y de la violencia de la guerra. Hay que destacar que el dictador Rafael Trujillo tenía una predilección por la inmigración con la piel blanca. Entre los refugiados había ilustres de la talla de Jesús de Galíndez, quien más tarde moriría a manos del dictador.
Judíos que escapaban del Holocausto (1933-1945):
El país se había comprometido a recibir 100.000 refugiados. Aproximadamente unos 3.000 judíos fueron recibidos en la República Dominicana cuando en Europa se vivía uno de los momentos más crueles de su historia, el Holocausto. Muchas de estas personas continuarían hacia otros destinos. A los judíos que se quedaron en la ciudad de Sosúa se les cedió tierra y recursos para cultivarla, gracias a la ayuda prestada desde EE.UU. por el Dominican Republic Settlement Association.
Huéspedes “especiales”:
Marcos Pérez Jiménez, Venezuela (1953-1958): Una junta militar reemplazó a Pérez Jiménez en el Palacio de Miraflores, permitiendo al dictador marcharse hacia la República Dominicana. Luego de vivir en España y Estados Unidos, sería extraditado a Venezuela en 1963.
Juan Domingo Perón, Argentina (1946-1955, 1973-1974): En 1958, a tan solo unos pocos años desde su derrocamiento en Argentina, Juan Domingo Perón llegó a la ciudad de Santo Domingo, bajo la protección del dictador Trujillo y tras una primera fase de su exilio que lo había llevado a Paraguay, Panamá y Venezuela. En esa etapa dividió su tiempo entre la capital y las montañas de Jarabacoa.
Fulgencio Batista, Cuba (1940-1944, 1952-1959): A Batista el año nuevo de 1959 lo sorprendió en un avión rumbo hacia la República Dominicana donde fue recibido por el dictador Trujillo. La dictadura dominicana lo apoyó financieramente en sus esfuerzos para resistir la revolución de Fidel Castro. La luna de miel de Batista en ciudad Trujillo –naturalmente una megalomanía del dictador nombrar la capital con su nombre- no duraría mucho tiempo. A pocos días, el dictador dominicano empezaría a exigirle el pago de la deuda por el apoyo prestado. Batista respondió que “la misma (la deuda) debía ser cobrada al nuevo gobierno cubano”. Luego de algunas humillaciones, Batista saldó la cuenta y continuó su exilio en Europa donde murió.
Manuel Zelaya, Honduras (2006-2009): Aunque a Zelaya no se le considera haber sido un dictador, lo cierto es que, en parte, fue derrocado por la derecha de su país precisamente para evitar que se convirtiera en uno. Recordemos que su objetivo era empezar un proceso de reforma constitucional a través de un plebiscito que podría abrir el camino a su reelección. Resultado: fue sacado de su casa en ropa interior y terminó establecido en República Dominicana.
Huésped no esperado… ¿Nicolás Maduro?
Luego de que el jefe de la diplomacia de Estados Unidos indicara en una entrevista a CNN que “Él (Maduro) tenía un avión en la pista, estaba listo para irse esta mañana, por lo que sabemos, y los rusos le dijeron que debería quedarse”, todo parece indicar que esta revolución pacífica y ciudadana que lidera Juan Guaidó ha hecho temblar al Palacio de Miraflores y ya puede ser que Maduro no esté tan cerrado en la idea de aferrarse al poder como antes. La noche del 30 de abril, un avión ruso (tipo jet privado) aterrizó en Punta Cana luego de haber permanecido solo una hora en Venezuela después de un viaje de 12 horas desde Rusia. Todo parece indicar que el pasajero que probablemente recogerían en Caracas cambió de idea en el último minuto o fue disuadido de ese plan.
República Dominicana no solo atrae a turistas y a celebridades que, como el cantante Julio Iglesias combinan el placer con los negocios mientras tiene su mansión en Los Corales, en la costa paradisíaca de Dominicana, también atrae a políticos sin rumbo cierto. En el inicio de su gobierno, el actual presidente dominicano, Danilo Medina, se propuso como meta lograr atraer a 10 millones de turistas. Existe la posibilidad de que Nicolás Maduro se convierta en una estadística más dentro de esa cifra, un turista sin boleto de regreso.
Los comentarios están cerrados.