La legalización del consumo de la marihuana aumenta, tanto en su uso medicinal como de ocio, en Estados Unidos, donde incluso el tradicional y prestigioso periódico ‘The New York Times’ se ha sumado a los que apoyan la legitimación de esta droga. El periódico publicó un artículo en el que explicaba que el uso moderado de la marihuana es menos dañino que el consumo del tabaco y el alcohol. Siguiendo su apoyo a la legalización de esta planta, el rotativo ha publicado un anuncio de Leafy, una app que permite a los usuarios encontrar chamizos que venden marihuana.
Se debe tener en cuenta que la droga llega directamente al cerebro. El estudio de la Oficina Nacional de Control de la Drogadicción de Washington, refrenda que los alcaloides pueden producir daños como zozobra, melancolía, brotes psicóticos y tendencias al suicidio.
La solución habitacional de los drogadictos es endeble y frágil, la escasez de manga de agua potable, de luminaria y de las exiguas condiciones sanitarias, más la depauperación, son el entorno rutinario Una humanidad aparte es la que brota en sus ajados moradores, que renunciaron a la lucha por su acomodo. Con el estigma que provoca la droga, la fijeza hueca, y apenas sin mantenerse firmes, se mueven amasando jeringuillas usadas.
La droga cuanto más se consume más imperiosamente se necesita, el vendedor engaña al incauto comprador con que le llevará al paraíso, pero se calla el precio que deberá pagar: su propia autodestrucción, el deterioro físico y psíquico, que transformará, el paraíso de unos instantes, en un prolongado e insoportable infierno. La adicción a las drogas es la muerte, la inmolación de millones de jóvenes ingenuos e inocentes, en aras de uno de los más sucios y miserables negocios que ha conocido la Humanidad.
“He visto a los más grandes espíritus de mi generación, arrastrarse de madrugada por las calles, en busca de la droga urgente imperiosa”, afirma el escritor norteamericano Allen Ginsberg.
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