Ante los centenares de miles de refugiados que están llegando a Europa, el 90 por ciento de Siria, la canciller Merkel ha venido a decir que nuestro continente es rico. Creo que pueden ser admitidos y protegidos por los 26 países europeos, siendo más solidarios con ellos. Los 71 muertos hallados en una autopista cerca de Viena son la prueba de lo terrible de este proceso migratorio, junto con miles de muertos en el Mediterráneo, etc.
Y aunque las fuerzas policiales, ya están tras la pista de los presuntos responsables de este tráfico de personas, es indudable que la situación de los refugiados parece caótica por muchos motivos.
La llamada ruta de los Balcanes está atrayendo a más personas que huyen de la guerra en Siria, y de los conflictos y la pobreza en otros países: Afganistán, Irak, Pakistán, etc. Es algo, perfectamente entendible, ya que existe el derecho a la vida, y no quieren dejarse morir, abandonados por todos. Luchan por su supervivencia, y la de sus seres queridos. El camino hacia Europa que emprenden es una completa aventura, pero es, probablemente, su única posibilidad.
El primer destino de este camino o viaje es Hungría, porque es el primer país de la zona Schengen, ya que hace posible el libre tránsito por los estados europeos. Y es verdad que cada día son más los refugiados que llegan, pero esto no justifica, a mi juicio, que se construya una valla metálica de 175 kilómetros por el estado húngaro para cortar el camino de los refugiados. Aunque como país soberano tenga derecho a colocarla en una parte de su frontera.
Existe el riesgo de que los que buscan asilo vengan por otras vías, aún más peligrosas. Se crearía un problema humanitario todavía de mayores dimensiones.
Escapar de las armas químicas en Siria, por ejemplo, es más fuerte que cualquier valla que quiera detener el deseo de sobrevivir, a costa de lo que sea. Y es que los conflictos están causando, actualmente, en todo el mundo 16 millones de seres humanos que huyen de la pobreza, la violencia, el racismo, y las guerras.
El uso de gases lacrimógenos en Hungría para controlar a los inmigrantes y refugiados creo que se podría evitar con otras medidas, por ejemplo, con más efectivos policiales, y con algo parecido a una unidad militar de emergencia, y una mayor cantidad de voluntarios de la Cruz Roja ayudando en esta zona húngara de tránsito. Porque, los refugiados no desean ser devueltos a otros países, y pueden no querer que les tomen las huellas dactilares, por motivos obvios.
La alambrada de metro y medio llena de cuchillas colocada en la frontera del país magiar no me parece bien, porque puede lesionar a los que intentan pasar, sean niños, jóvenes, adultos o viejos.
La utilización del ejército, por parte del gobierno húngaro, para frenar la avalancha de refugiados crearía más problemas, y no me parece apropiada en la situación a la que ya se ha llegado. En los próximos días, semanas y meses los presidentes, y primeros ministros de los países europeos deberían acordar, y poner en marcha medidas conjuntas para atender a los refugiados, de un modo justo y solidario.
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