Las bebidas alcohólicas tienden a bajar los niveles de glucosa en sangre (hipoglucemiante) en cualquier persona, pero al consumirlo hipoglucemiantes puede acarrear graves daños a la salud.
Así lo manifiesta el doctor Alberto Iram Villa Manzano, adscrito a la Unidad de Medicina Familiar (UMF) número 52 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, quien dice que “hay personas diabéticas que por su propia enfermedad deben tomar medicamentos hipoglucemiantes para normalizar sus niveles de azúcar, y si beben alcohol corren el riesgo de un descenso excesivo de glucosa que los lleva a un estado de coma e incluso a la muerte”.
Una vez en el cuerpo, el alcohol contrarresta la capacidad del hígado para producir nueva glucosa, ya que las enzimas necesarias para ello se mantienen ocupadas en la degradación del tóxico.
Además, las hormonas implicadas en el aumento de glucosa en sangre están disminuidas tras la ingesta de alcohol. Por ello, el paciente con diabetes que bebe alcohol tendrá un riesgo mayor de hipoglucemia muchas horas después de consumirlo.
“El alcohol es una droga de metabolismo constante, es decir, cuando uno toma, el cuerpo metaboliza entre ocho y 12 mililitros de alcohol por hora, el resto se acumula; si se trata de bebedores ocasionales el problema no es tan grave, pero cuando se acumula por tomar frecuente y abundantemente va causando un daño progresivo, ya que es una de las principales causas de cáncer de boca, de esófago, de intestino y de estómago”, puntualizó el toxicólogo.
Subrayó que existen otros aspectos a considerar cuando se bebe y éstos tienen que ver con el género y la edad de la persona. Es de tener en cuenta que la mujer se intoxica más fácilmente que el hombre debido a que cuenta con más tejido adiposo (grasa), en el que el alcohol no es soluble y, por tanto, tarda más en eliminarlo.
Por otra parte, un trago o copa de alcohol duplicará su potencial en una dama en comparación con el hombre, debido a que en su estómago hay menos enzimas protectoras (llamadas dehidrogenadas) que descomponen la sustancia etílica; finalmente, estas últimas son consideradas de los principales factores desencadenantes de cáncer de mama.
Tras su ingestión, el alcohol tarda entre uno y dos minutos en llegar a la sangre, donde puede permanecer durante varias horas. Una vez en el torrente sanguíneo se distribuye por todos los órganos del cuerpo humano, afectando de forma especial a cerebro e hígado, el cual cumple la función de transformarlo en otras sustancias inofensivas al organismo.
El especialista en toxicología del IMSS dijo que el alcoholismo alcanza en México cifras importantes, ya que 4.5 por ciento de la población del país es alcohólica por definición, y que alrededor de 37 millones de mexicanos tienen problemas como bebedores.
Se trata, agregó, de un problema de salud pública responsable de entre 15 y 30 por ciento de ausentismo laboral, que está implicado en más de 60 por ciento de las atenciones de urgencia, y es la tercera causa de muerte prevenible en el mundo, antecedida por tabaquismo y obesidad.
“Hay que ver el alcohol como lo que es, una droga psicoactiva, y lo aconsejable es evitarlo sobre todo en gente joven, que tiende a metabolizar esta sustancia de manera más lenta, lo que traerá repercusiones incluso con cantidades ínfimas de bebida”, concluyó el especialista del IMSS.
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