La Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) ha abierto un expediente sancionador a Mediaset por la emisión de la película “American Playboy” en horario de protección infantil.
La entidad se encargará de analizar si el grupo ha violado la Ley General Audiovisual, y en el supuesto de que así fuera, podría enfrentarse a condenas administrativas de hasta 100.000 euros en caso de que fuera una falta leve, una cantidad que podría ascender a los 500.000 euros si fuera considerada como grave.
El canal Cuatro emitió la película protagonizada por Ashton Kutcher el pasado 7 de junio en la franja horaria que va desde las 15.53 a las 17.39 horas. Según la CNMC, en el film salían escenas que “pueden resultar perjudiciales para el desarrollo físico, mental o moral de los menores“. El contenido de la emisión no se adecuaría con la calificación establecida por la cadena como “no recomendada para menores de 12 años”, puesto que esta no encaja con “los criterios establecidos en el Código de Autorregulación sobre Contenidos Televisivos e Infancia suscrito por dicha cadena”.
Mediaset dispone de un plazo de 15 días para presentar las alegaciones, documentos e informaciones que estime convenientes, sin posibilidad de interponer recurso administrativo.
Se debe recordar que las cadenas de televisión son una ventana abierta al mundo desde las distintas perspectivas que animan sus respectivos proyectos informativos. Los países deben impulsar eventos televisivos centrados en causas como la paz, el progreso económico y social, la seguridad y la coexistencia entre mortales de heterogéneas culturas. De este modo se impulsará una televisión que, además de distraer, impulse una cultura de paz, seguridad y desarrollo
Sin embargo la violencia, la cruda morbosidad y el sexo, se han convertido en los pilares de no pocos programas televisivos. La competitividad no se ha basado en una programación seria y responsable, sino en la atracción del público con películas banales y groseras, que están en la frontera de lo éticamente permisible. Es necesario que se pongan los medios pertinentes ante la epidemia de vulgaridad y erotismo que inunda la pequeña pantalla y que sólo consigue degradar al telespectador.
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