Islas Malvinas: la última frontera del viejo colonialismo

Islas Malvinas: la última frontera del viejo colonialismo

El conflicto que sostienen la República Argentina y el Reino Unido alrededor de la soberanía sobre las Islas Malvinas se mantiene desde 1833. La relación entre ambos Estados están congeladas en torno a la cuestión. Un resabio del viejo colonialismo que no quiere desaparecer en un contexto sobre el que emergen intereses económicos pero en el que no aparecen alternativas claras.

Las Islas Malvinas conforman un archipiélago ubicado en los confines del océano atlántico sur. Allí, en el borroso límite con las aguas antárticas. Ubicado a 341 kilómetros de las costas patagónicas. Dentro del mar epicontinental argentino. Por cuestiones territoriales y geográficas, deberían ser una posesión del Estado argentino. Pero desde el tercer decenio del siglo XIX están bajo control británico. La República Argentina, por diversas vías, ha intentado obtener su soberanía. Incluida la fugaz y trágica Guerra de Malvinas en 1982. Un episodio bélico que culminó con una flagrante derrota del ejército argentino y la reafirmación del control británico sobre las Islas Malvinas. El cual también tuvo consecuencias políticas para los respectivos gobiernos; la dictadura que tomó el poder mediante un Golpe de Estado en 1976 terminó de derrumbarse con la convocatoria a elecciones presidenciales al año siguiente de la guerra, mientras que el gobierno de Margaret Thatcher, que venía vapuleado por la impopularidad de sus reformas neoliberales sobre el Estado de Bienestar británico, salió fortalecido. Pues la confrontación bélica exitosa les valió su continuidad.

Luego de la guerra, la relación entre ambos Estados se caracterizó por la frialdad y la distancia, con Argentina defendiendo su postura tendiente a la soberanía sobre las islas por la vía diplomática. Aunque hubo algunos momentos de acercamiento durante los gobiernos de Carlos Menem entre 1989 y 1999 y de De la Rua (1999-2001). Aun que más bien se circunscribieron en un contexto de supeditación de esos reclamos. Lo cierto es que las autoridades políticas del Reino Unido siguen sin reconocer la posición argentina. No tiene las intenciones de entablar un dialogo. La guerra pesa como un nefasto antecedente que refuerza la cerrazón. Al igual que el reciente referendum que relegitimó su autoridad sobre las Malvinas. Aunque no reconocido por Argentina. Pues considera que el archipiélago no es correspondido con el derecho a la determinación a causa de tener una población implantada por el Reino Unido.

Islas Malvinas

Las Islas Malvinas

Un poco de historia

Las islas Malvinas, desde la primera vez en que fueron avistadas, han sido un territorio disputado, primero entre españoles, británicos y franceses, luego entre británicos y argentinos. La República Argentina se adjudica su soberanía en base a razones geográficas e históricas. Los primeros colonizadores de esas tierras han sido hombres al servicio de la Corona británica, luego pasaron a manos españolas.  Con la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, en 1816, en teoría pasó a ser un territorio bajo la órbita de esta nación que luego sería Argentina. España se alejó de la contienda. Las Islas habían sido puestas cargo de autoridades elegidas por Buenos Aires. Aunque más que nada era un lugar de tránsito para barcos mercantes, piratas y militares de diversa bandera.

Si bien las autoridades políticas que gobernaron el país en los años posteriores a la independencia consideraban al archipiélago como parte del territorio de la embrionaria nación, el control, dada la lejanía, los conflictos político-militares y la falta de recursos, esa tutela no existía en los hechos. La Patagonia, por otra parte, una región fundamental por la cercanía con las islas, todavía era un territorio bajo control de los pueblos originarios de esa región. Un lugar inhóspito al que el Estado no llegaría a asentarse sino hasta las postrimerías del siglo XIX. Esas condiciones hicieron fácil la toma del archipiélago por parte de la corona británica en 1833. Donde han terminado por asentar sus autoridades.

El Estado argentino siguió reafirmado una y otra vez el derecho de soberanía territorial sobre las islas Malvinas luego de ese episodio. No obstante, durante el siglo XIX ambas naciones han mantenido relaciones económicas estrechas, aunque en una posición desfavorecida para Argentina de cara a reclamar por la soberanía del archipiélago.  La cesión final, en 1860, de derechos territoriales al Estado argentino por parte de la Corona Española parecía un aliciente para presionar al Imperio británico. Pero resultó insuficiente.

Margaret Thatcher, Primera Ministra británica durante la Guerra de las Malvinas

Margaret Thatcher, Primera Ministra británica durante la Guerra de las Malvinas

A lo largo del siglo XX siguieron los reclamos diplomáticos. No obstante, el punto límite en el conflicto ha sido la Guerra de Malvinas. Que duró del dos de abril al catorce de junio de 1982.  Comenzó con la invasión de las islas Malvinas por parte del gobierno cívico militar de facto argentino. El cual validó su accionar en la resolución sobre la ONU acerca de las Islas Malvinas, considerada por dicha institución como un territorio en litigio. No obstante, el mismo seguía siendo controlado y explotado por el Reino Unido. Pese a eso, el gobierno de facto encabezado por Leopoldo Galtieri se aventuró a un desastre militar dando por descontado un apoyo del entonces presidente de EEUU Ronald Reagan, que nunca llegó. El recurso suicida de Galtieri para levantar su imagen pública en medio de la crisis de la deuda que estalló en 1982, el empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora por las reformas económicas y la persecución ideológica fue despertar un sentimiento nacionalista mediante la epopeya de tomar las Islas Malvinas y otros archipiélagos en la zona bajo dominio de la corona británica pensando que estos no iban a desplegarse militarmente como lo hicieron.

El resultado de esa aventura insensata fue el desastre militar argentino. Un ejército compuesto por muchos jóvenes obligados a participar de la guerra, desarticulado y desorganizado. El cual sufrió 649 bajas frente a las 255 del ejército inglés. También significó un aceleramiento en el descalabro de la dictadura militar argentina así como de la situación económica del país. Lo que posibilitó una salida del poder no tan negociada como si sucedió con el resto de las dictaduras que gobernaban el cono sur.

La victoria británica, por su parte, posibilitó la relección del gobierno conservador liberal de Margaret Thatcher, en un contexto de recesión y reformas económicas orientadas al fortalecimiento del sector financiero por sobre el industrial y el Estado de Bienestar. La marina, que sufría los efectos de esa crisis, vio florecer su estructura a través de la confrontación bélica. El despertar nacionalista, dada la victoria militar, ha sido un respiro para el Partido Conservador en medio del asedio de los sectores perjudicados por la política económica (trabajadores industriales, sindicatos, etc.) que derivó en un segundo aire de Thatcher al frente del gobierno.

HMS Antelope 1982

HMS Antelope 1982

Luego de la guerra, las relaciones quedaron estancadas, no obstante la reivindicación de la soberanía de las islas por parte del Estado argentino ha sido uno de los puntos fundamentales de su política exterior a lo largo de la transición democrática más allá de los vaivenes seguidos por cada gobierno que la conformó. El Comité de Descolonización de la ONU mantiene su postura neutral sobre el conflicto, considerando a las Islas Malvinas como un territorio en disputa.

El reclamo del Estado argentino ha logrado un apoyo subregional (en el que sobresale Brasilia) así como el de Beijing y Moscú. Lo que supone una gran base de apoyo. Sin embargo, aún no logra hacer mella en el pleno de la comunidad internacional. Los giros en la relación que componen Argentina, el Reino Unido y los kelpers (habitantes de las Islas Malvinas) no suponen el vislumbramiento del inicio de negociaciones de algún tipo.

Bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (2003-2014) se ha encarado una política de reparación en torno a la cuestión Malvinas. Por lado, mejorando y expandiendo pensiones para los veteranos que lucharon y sobrevivieron en la guerra, por el otro dando una vuelta de página a las llamadas “relaciones carnales” entre los gobiernos de Menem y De la Rúa con el Reino Unido. Caracterizadas por una supeditación de los reclamos. Los Kirchner tomaron una postura crítica respecto a la actitud de las autoridades británicas de no sentarse a iniciar negociaciones en torno a un cambio en la situación. Se recuperó el discurso nacionalista, aunque siguiendo las vías diplomáticas para  expresar el rechazo al control británico sobre el archipiélago.

Durante el gobierno del conservador David Cameron, por su parte, también hubo una priorización a la cuestión.  Ratificando una vez la agitación de la misma como una palanca de apoyos en  contextos económico declinantes. Apoyándose en los conflictos que enfrenta el Estado argentino en materia de “credibilidad por parte de la comunidad internacional” y en la autodeterminación de los isleños. Que fue probada en un referéndum que relegitimó la soberanía británica sobre Malvinas. El gobierno argentino no reconoció ni validó el proceso electoral. Al cual calificó de inexistente pues la población de Malvinas es considerada como “implantada”.

Salidas concretas al conflicto

El origen del resurgimiento de tensiones, sin embargo, tiene como raíz al unilateral dominio británico sobre las extensas adyacencias marítimas del archipiélago. Y, por ende, de las riquezas que emanan por medio de la actividad petrolera y pesquera. Reino Unido no abre las puertas a la posibilidad de una cohabitación que abra las puertas a una actividad conjunta sobre esas aguas. El nivel de virulencia entre ambos gobiernos se encuentra en un grado tan maximalista que no da lugar a la resolución de la gran cuestión a partir de soluciones concretas en la medida que sea posible. Es una discusión marcada por la retórica, en donde las posturas están enconadas.

Monumento a los caídos en Malvinas, en Plaza San Martín en Buenos Aires

Monumento a los caídos en Malvinas, en Plaza San Martín en Buenos Aires

No se trata de extinguir la retórica como parte de un reclamo que obedece a poner final a uno de los tantos casos de viejo colonialismo que se siguen registrando en el siglo XXI. Pero puede ir acompañada de gestos concretos en unas hipotéticas próximas negociaciones diplomáticas a nivel trilateral y multilateral. Es necesario proponer una superación de los recursos de corte nacionalista, sin relegar la soberanía, que puede traer réditos temporales pero que sin un plan claro de lo que se piensa hacer allí puede no servir de nada a mediano y largo plazo. Lo que alimenta una polarización de posturas.

Lo necesario es apuntar al descongelamiento de otras dimensiones de soberanía, anteponiendo al énfasis sobre el dominio del mapa y el territorio, el de la administración y explotación compartida de los recursos productivos que yacen en el océano. Un punto que Reino Unido y los kelpers deberían aceptar por razones objetivas. Un cambio en la ecuación de la actividad económica allí sería una conquista importante para el Estado argentino así como también para la incertidumbre que se vive con el actual esquema de explotación de recursos en esas adyacencias marítimas. La irracional política pesquera anglo-malvinense, vigente desde mediados de la década de 1980, pone en peligro de extinción la riqueza en aguas de Malvinas, lo que alimenta preocupación al respecto de la proyección de este problema hacia al resto del Atlántico Sur.

Más allá de las rispideces que puedan seguir surgiendo entre ambas naciones, la forma más efectiva de poder iniciar un acercamiento institucional entre las mismas es por la vía del tratamiento de cuestiones concretas que hacen a todas las posturas. Apostar al inicio de una nueva era cimentada a través de una interdependencia entre Buenos Aires, Puerto Stanley y Londres mediante una articulación de intereses económicos. Y que, a través de ellos, puedan tener lugar avances en otras materias que lleven a remover, en el futuro, los vestigios que quedan de las viejas prácticas coloniales.

Fuentes consultadas:

– Secretaría de Relaciones Exteriores; La posición argentina respecto a diversos temas relacionados con las Islas Malvinas https://archive.today/20120629064047/www.mrecic.gov.ar/portal/seree/malvinas/home.html

– BRUNO BOLOGNA Alfredo; Los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, http://www.cerir.com.ar/admin/_cerir/archivos/libros/0000168/REI%20-%20Bologna%20-%20Los%20Derechos%20Argentinos%20sobre%20las%20Islas%20Malvinas.pdf

– CORIGLIANO, Francisco, Malvinas: actores e intereses en juego http://www.revistacriterio.com.ar/politica-economia/malvinas-actores-e-intereses-en-juego/

Los comentarios están cerrados.