La creciente división interna existente estos últimos meses en Podemos perjudica a la formación morada.No es racional que se manifieste un enfrentamiento visceral entre las dos cabezas rectoras de Podemos. No es lógico que se plantee el congreso con una actitud dicotómica de todo o nada.Y el órdago de Iglesias es especialmente dañino para el partido porque lo debilita y da una imagen de un planteamiento político al estilo de los viejos partidos políticos de siempre. La lucha descarnada por el poder no debe ser la forma de actuar de la dirección de este movimiento político y ciudadano.
Y considero que la responsabilidad la tiene Pablo Iglesias, porque Errejón no se postula como candidato alternativo a la secretaría general. Parece una postura más comedida y sensata que no daña de hecho la cohesión del orgullo morado.
La posible dimisión de Iglesias es un gesto que expresa una ambición política que, a mi juicio, lo deslegitima para seguir al frente de Podemos, ya que supone la afirmación de un personalismo y un poder excesivo que no es lo más adecuado en un partido democrático sostenido por las decisiones y la voluntad de las bases. Los inscritos decidirán libremente.
La transversalidad ideológica reclamada por Íñigo Errejón es la salida natural y razonable para que Podemos pueda recuperar muchos más votos en las próximas elecciones y pueda aspirar a tener más fuerza y escaños en el Parlamento. También le puede dar el poder.
La pérdida de apoyo popular en los últimos comicios se debió a varias causas, pero una de ellas es que la gente tiene temor a un giro a la izquierda que despierta miedos y recelos. Y la consecuencia es que se pierden cientos de miles o un millón y pico de votos.
Porque la gestión de las negociaciones para formar Gobierno tras el 20-D no fue un modelo de flexibilidad y coherencia, sino todo lo contrario, ya que se perdió una oportunidad histórica de constitución de un pacto político posible. Algo que también señala Errejón al decir que se negoció de forma improductiva y con soberbia e inmadurez.
Estoy convencido que lo mejor para Podemos es que gane Íñigo Errejón, por las razones anteriormente expuestas. Si triunfa y logra más votos Iglesias me parece que se entrará en una dinámica política muy negativa que acabará relegando a un segundo plano a Podemos. Debe ser un partido integrador y no disgregador.
La opinión pública española va a estar atenta a lo que suceda en Vistalegre 2. Y, si se confirma la victoria de Iglesias, el desmantelamiento de la dirección de la formación puede ser el primer paso para su fraccionamiento y escisión con el paso de los meses. Si esto sucede será el fin de una formación que surgió del 15M, con un espíritu reivindicativo maravilloso.
También es cierto que en política se puede rectificar. Pablo Iglesias puede cambiar sus planteamientos maximalistas y ser más flexible y abierto a la aceptación de otras corrientes y formas de entender la estrategia ideológica y política de Podemos.
Los inscritos en Podemos creo que tendrían que pensar en el futuro de su formación y votar considerando que la fortaleza y la credibilidad de su partido está por encima de un personalismo supuestamente carismático.
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