“Los dos teníamos nuestra vida profesional y personal en Madrid y aunque estábamos abiertos a un cambio de residencia, nunca nos hubiéramos imaginado que terminaríamos en Congo con nuestro hijo, trabajando juntos y en un hospital; esto sólo estaba en los planes de Dios”. Así comienza la historia de Álvaro Perlado y Mayte Ordovás, casados y con un hijo de año y medio..
Álvaro y Mayte son farmacéuticos. Él trabajaba en una multinacional y ella en una farmacia. Están casados desde hace tres años. Son supernumerarios del Opus Dei. Ésta no es la historia de una huida de la crisis económica sino una carrera directa a ella.
El hospital Monkole lleva 24 años en funcionamiento, pero está en plena ampliación; por eso, sus responsables buscaban a alguien de fuera del país para ocupar el puesto de director general adjunto. “Pensaron que mi perfil podría encajar –explica Álvaro–; además, querían cubrir un nuevo puesto en el servicio de farmacia y Mayte era la persona idónea”.
“Nos daba miedo el tema de las enfermedades tropicales pero, como todo en la vida depende de los planes de Dios, decidimos abandonarnos en Él y tener prudencia para evitarlas. Vivir con miedos te impide hacer muchas cosas en la vida.”
Álvaro y Mayte sabían que Monkole empezó con dos camas en 1991 y hoy es un hospital de referencia de una zona de salud de 350.000 habitantes, que recibe más de 80.000 visitas al año. En Madrid existe la asociación “Amigos de Monkole” que organiza eventos solidarios para recaudar fondos destinados a proyectos del hospital. Se pueden enviar donativos a: ES97-2100-5263-11-2200049289.
“La gente en Congo más que vivir, sobrevive, resume Álvaro. Muchos habitan en casas sin terminar de construir, sin agua, sin luz, con varias familias juntas y rodeadas de basura porque aquí el servicio de recogida no existe; cada uno debe quemarla y no todo el mundo lo hace.
“El problema principal es la pobreza y debido a ella hay muchas enfermedades. La vida es muy dura. Las tasas de paro son elevadas, en República Democrática del Congo más de un 80%; las infraestructuras, muy precarias; el acceso a agua potable, difícil, y la red eléctrica, un desastre.
“Respecto a las enfermedades y brotes epidémicos, el Congo es el país donde se detectó el primer brote de ébola y Kinshasa es la cuna que vio nacer el virus del sida”.
Álvaro y Mayte se han sentido en casa desde el primer momento. “Vivimos en unos estudios que se hicieron para acoger a los extranjeros que trabajaron en la construcción del nuevo hospital”.
“Los congoleños son alegres, sencillos, familiares y acogedores”. Aquí aprendes a vivir al día y hasta una simple barra de pan te hace feliz. África te cambia la percepción de la vida. Hemos aprendido a disfrutar cada momento y tenemos más tiempo para dedicarlo a la familia y a nuestros nuevos amigos congoleños”.
“Si queremos que nuestra ayuda sea eficaz, tenemos que comprometernos con proyectos cuyo objetivo esté orientado al desarrollo de la población africana. En Monkole tenemos la suerte de contar con algunos socios de Occidente que han creído en nuestro proyecto y gracias a su interés y perseverancia podemos ir sacando las cosas adelante”, afirma Álvaro.
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