Parece que en el cónclave del fin de semana pasado Sánchez ha insistido en el no a Rajoy. Y también en que los votos al partido socialista transmiten un mensaje claro y diáfano: el PSOE tiene que ser la alternativa al PP, y más concretamente, al actual presidente en funciones. Lo que no queda muy claro es, si no apoyar a Rajoy, es compatible con que los socialistas se abstengan en la segunda votación de investidura, y pasen a la oposición. Caben diversas interpretaciones y especulaciones. Esto debería estar claro, sobre todo, para evitar la impresión de superficialidad en la actividad política, y por respeto a los votantes. La incertidumbre no les agrada.
Si Rajoy no logra los suficientes apoyos en unas semanas, se podría dibujar el escenario de unas terceras elecciones a finales de este año, aunque parezca una broma de mal gusto.
Por otra parte, el debate interno está servido en el partido socialista con declaraciones bien diferentes. Incluso parece que uno de los políticos más significados del partido ha manifestado que, con Sánchez al frente del partido, se pierde un voto por minuto. Lo que es significativo. El mismo Sánchez ha reconocido los malos resultados electorales del PSOE, a pesar de haber evitado el sorpasso de Podemos.
Pero, parece que la mayor parte, de los barones del partido, por no decir todos, consideran que hay que permitir un gobierno en minoría del PP. Si bien, también se oyen algunas voces entre los políticos socialistas que piensan que, si Rajoy fracasa en su búsqueda de apoyos políticos para la investidura, le toca el turno de presentarse como candidato a Pedro Sánchez, con un acuerdo o pacto con Unidos Podemos y otras formaciones políticas. Algo que será muy difícil, entre otras razones, por la cuestión del referéndum catalán que defiende Podemos. Salvo que no lo ponga como una condición inexcusable en la negociación de un hipotético pacto de gobierno con Pedro Sánchez.
Según se sabe, ya ha habido intentos de convencer a Sánchez para que tienda puentes de diálogo con Unidos Podemos. Pero, por el momento, con nulos resultados.
Aunque parece ser, según la opinión más extendida, que los socialistas votarán no en la primera votación a Rajoy, y se abstendrán en la segunda votación de investidura, lo que permitiría gobernar en minoría al partido que ha ganado las elecciones.
En la muy reciente visita de Obama a nuestro país, el presidente norteamericano ha insistido en la importancia de la estabilidad política, y de un gobierno fuerte. Y también ha recibido a Iglesias, que le ha regalado un libro sobre los brigadistas estadounidenses, que combatieron contra el fascismo en España.
La habilidad de Sánchez para mantenerse como líder del PSOE es sobresaliente. Es un buen estratega y su equipo también. Podría suceder que pacte con Rajoy una reforma constitucional y electoral siendo convocadas elecciones a mitad de legislatura. De este modo, puede intentar asegurarse que no se produzcan cambios en su partido con la aprobación de los barones. Así puede ganar dos años más en la dirección del partido. Todo esto puede parecer surrealista, pero podría suceder, no es imposible.
Algún comentarista político de prestigio y de probada solvencia, ya considera que sería bueno ir hacia un sistema presidencialista a dos vueltas. Lo que significaría que habría que reformar el sistema electoral en uno o dos años. Así se evitaría que la falta de acuerdos o pactos políticos prolongase durante meses y meses una situación de inestabilidad política con un gobierno en funciones o provisional.
Quizás, esto tenía que haber sido previsto en la redacción de la Constitución, pero se pensó, probablemente, que al ser reformable la Carta Magna, esto mismo, ya abre suficientes cauces legales o normativos de solución.
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