Declara la independencia y propone al Parlament que sean suspendidos sus efectos.
Realmente, es increíble lo que está ocurriendo. Puigdemont ha declarado la independencia, pero quiere negociar y dialogar sobre la misma con el Gobierno español como si ya fuera otro Estado. Ningún país democrático puede admitir una negociación sobre la soberanía territorial.
El presidente de la Generalitat ha afirmado con su discurso en el Parlament catalán que la conformación de un Estado o República catalana independiente es algo irreversible. Quiere dialogar con el Ejecutivo español para que acepte la formación de un nuevo Estado. Ya que el Govern reitera que “la independencia es irreversible”.
Esto se parece mucho a un pulso al Gobierno español que, según los secesionistas, ya está ganado. Como dice la catedrática de Derecho Internacional Araceli Mangas: “la suspensión es una nueva trampa para seguir dejando fuera de juego al PSOE, noquear al Gobierno y permitirles el control efectivo del territorio”.
En efecto, da la impresión de que las leyes no se cumplen en Cataluña, porque el Ejecutivo no es capaz de hacerse valer frente a la Generalitat. No se nota que haya autoridad sobre Cataluña. Y ya lo dicen muchos expertos en Derecho también. No basta con decir que los tres poderes podrán con el secesionismo. La labor esencial y principal le corresponde al Gobierno y no al poder judicial y legislativo, aunque también contribuyan de modo importante. El poder coercitivo lo tiene el Presidente de España.
Rajoy ha activado el artículo 155 preguntando a Puigdemont que aclare si se ha independizado Cataluña o no. Me parece algo innecesario. Es evidente que, si lo ha dicho, leyendo o escuchando con atención su discurso en el Parlament. También es cierto que a los diez segundos de proclamar la independencia ha afirmado que propone a los parlamentarios catalanes suspender los efectos de la misma durante las próximas semanas.
Pedro Sánchez habla de reforma constitucional ya que no le gusta que Cataluña salga de España. Supongo que confía en un planteamiento estatal de tipo federal y plurinacional.
Por su parte, el Gobierno considera inadmisible “hacer una declaración implícita de independencia para dejarla en suspenso”. Algo en lo que estoy totalmente de acuerdo. Pero ya se publican editoriales en grandes periódicos españoles con mucha tirada y amplia repercusión en los que se alerta del peligro de este estado de cosas. Es como si hubiera un enfrentamiento dialéctico entre dos Estados: España y Cataluña. Y el separatismo está ganando poder y fuerza a nivel internacional. Puede ser que desde otros países se insista en la necesidad del diálogo con los independentistas y esto lo que hace es reafirmar la existencia, a todos los efectos, del proclamado Estado independiente catalán.
También es verdad que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ya ha confirmado que la declaración no tiene validez jurídica. El problema es que esto no es reconocido por la Generalitat.
Los políticos del bloque secesionista, especialmente la CUP, se han sentido profundamente decepcionados por la suspensión propuesta por Puigdemont. De hecho, han firmado un documento en el que ponen de manifiesto que Cataluña ya es una república absolutamente independiente de España.
A mi juicio, Puigdemont con este juego político está ganando tiempo y consolidado una situación de hecho que en los próximos meses puede ser prácticamente definitiva. Porque si algunos Estados europeos piden mediación o diálogo para reconocer la existencia del Estado catalán al lado del español, me parece que ya estará todo perdido y se habrán salido con la suya los independentistas. La consecuencia es que se habrá quebrado y dividido España con la existencia de dos países.
Esto que digo es especulativo, pero, por desgracia, creo que puede ocurrir. Espero que no suceda y que se mantenga la unidad de España cueste lo que cueste.
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