He visionado la película original Apocalypse. “Film” que narra los horrores de la guerra en Vietnam. En un momento de la película dos bombarderos norteamericanos arrasaron, con bombas napalm, una aldea de vietnamita. Quedó chamuscado todo; las viviendas, los animales y las personas.
Me trajo a la memoria aquella chiquilla desnuda y aterrorizada, desvestida corriendo por la carretera. Pham Thi Kim Phuc ha superado ya las cuatro décadas. Esta escena tan dramática comienza cuando llego una niña que se había quitado las ropas en llamas. Mientras se estaba quemando accionaba los brazos para reclamar ayuda y se disponía a ponerse a salvo aterrorizada. La imagen que perpetuó los horrores de la guerra de Vietnam ha aparecido miles de veces en los diversos medios de comunicación y de, modo especial por todas las cadenas de televisión. La niña Kim Phuc es hoy la embajadora de la UNESCO. Está casada tiene dos hijos y reside en Canadá. Preside la ‘Fundación Kim Phuc’, que se dedica a la ayuda de los niños, víctimas de la guerra y de la violencia.
Lejos quedan sus 17 operaciones de injertos de piel para curarle las quemaduras que el napalm produjo en el 65% de su diminuto cuerpo. La fotografía de Nick ‘Huynh Cong’ Ut, un fotógrafo de la AP fue la instantánea que ganó el Pulitzer en 1973. Nick la llevó a la policlínica y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses.
Se desmayaba cada vez que las enfermeras la metían en la bañera para cortarle la piel muerta. Pero no falleció. “Dentro de mí –dijo- había una niña pequeña y fuerte, que quería vivir pero todo lo superé gracias al amor de mi familia y de Dios”. Una de las lecciones que ha aprendido de esta experiencia es a pedir perdón. Cuando leyó por primera vez las palabras de Jesús “ama a tus enemigos”, no sabía como hacerlo. Pensó que sería imposible. “Tuve que rezar mucho y no fue fácil pero, al final lo logré”.
En 1996 conoció a uno de los pilotos que participaron en el bombardeo de su aldea. Lo perdonó públicamente por que, asegura, “el perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo”. Está convencida de que su vida es un símbolo de la esperanza y el perdón. Perdonar engrandece el espíritu.
Se perdona en la medida en que se ama, por el contrario, la venganza quita la paz. El perdón, la magnanimidad y el olvido de las ofensas es el mejor modo de vivir en paz.
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