El deseo de Rajoy de ser investido como presidente a finales de julio, o en la primera semana de agosto parece sensato, porque, si no lo logra, deja abiertas posibilidades, aunque sean mínimas, para que el PSOE con el apoyo de Unidos Podemos, y de otras formaciones políticas intenten firmar un pacto de investidura.
Según Antonio Hernando, portavoz del grupo socialista en el Congreso, si se abstienen en las votaciones de investidura perderán toda su credibilidad, ya que sus votantes no entenderían que vuelva a gobernar Rajoy, con los votos de los diputados socialistas. Es verdad, que, lo más lógico, es que el partido Popular intente, en la segunda votación, alcanzar el mayor número de apoyos, y ver lo que sucede. Aunque con la negativa del PSOE, parece que se irá a terceras elecciones.
Respecto a la reunión de Rajoy con Rivera de hoy martes, cabe decir que ha sido positiva. Las reformas que solicita el líder de Ciudadanos, para dar su visto bueno a un Gobierno en minoría del PP, van en la línea de la regeneración política y económica, y, sobre todo, de ponerse de acuerdo en una serie de reformas y objetivos, que le serán enviados en un documento a Albert Rivera, para que sirvan de base en la negociación.
Si el diálogo entre los representantes de ambos partidos da un buen resultado, la abstención de Ciudadanos será un hecho, en la investidura. Si bien, esto mismo, en mi opinión, pone en entredicho, la credibilidad de Rivera, ya que no es coherente que, durante la campaña electoral diga que no quiere que gobierne Rajoy, para atraer más votos a su partido, y luego cambie su discurso, pasadas las elecciones. Los votantes de Ciudadanos, o parte de ellos, lo pueden tener en cuenta, si se tienen que celebrar terceras elecciones, y pueden votar a otros partidos, o abstenerse. Un político que ha aspirado a la presidencia del Gobierno debe ser más prudente en sus discursos, y no contradecirse. Es mejor. Y el uso preciso y adecuado del lenguaje lo hace posible.
La comparecencia de Rajoy en el Congreso, después de haber hablado con Pedro Sánchez, aportará nuevas impresiones acerca de la marcha del proceso negociador. Aunque la clave, a mi juicio, está en la actitud del PSOE. Si se mantiene en su coherente negativa a la investidura de Rajoy, iremos, muy probablemente, a nuevas elecciones.
Y es que la propia capacidad de negociación y de obtener apoyos del partido Popular será lo que diga la última palabra, en un sistema democrático como el español. Al final la aritmética parlamentaria será inapelable. Y los partidos con poca representación parlamentaria pueden ser decisivos. De momento, todo son cábalas, acerca de las probabilidades de que Rajoy consiga la investidura. Posiblemente, se sepa en unas semanas. O, quizás, haya que esperar a septiembre, si no logra ser investido.
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