Con el último asesinato del niño Gabriel, se ha suscitado de nuevo en todos los medios sociales la duda de si debemos derogar la ley de prisión permanente revisable, y algunas personas hablan de racismo, venganza, pero lo que no piensan con el corazón es que lo que no se puede consentir ni por el color de su raza, ni por sus ideas sean políticas o religiosas, pueda cortar de raíz la vida de un niño, por los motivos que esa persona considere, no se puede consentir, eso es mala gente, fría y calculadora.
Precisamente estas personas no deben de estar en nuestra sociedad, bien sea por una prisión permanente revisable o como lo quieran llamar, pero no merecen vivir entre la buena gente, hacen tanto daño que no es revisable, es eterno. Porque para unos padres un hijo es lo más grande que hay en la vida y ninguna madre debería ver morir a su hijo.
Durante la última década los agresores de genero han matado a unos 45 niños comprendidos en las edades desde los cuatro meses hasta los 16 años, ahogados, acuchillados, tiroteados e incluso quemados… Todos murieron a manos de su padre, pero más de la mitad estaba a solas con él durante la visita o la custodia compartida o fue el objetivo de la agresión física aun con la madre presente.
Hablamos de unos menores asesinados para dañar aún más a la mujer, la mitad del total de estos pequeños que perdieron la vida fueron utilizados como victimas instrumentales de una violencia machista y planificada. Es una violencia secundaria a la víctima principal, la mujer; y es a ella a quien se quiere dañar por medio de esos hijos, ya que son el instrumento para seguir ejerciendo el control sobre ella.
Los hombres que matan a sus hijos no son padres, son monstruos, tienen el machismo herido y solo piensan en dar por donde más duele.
En la gran mayoría de los casos analizados durante la última década, la violencia mortal sobre los hijos fue el final de una violencia previa sobre la madre, episodios que arrastraban una historia anterior de maltrato machista.
Todas las víctimas registradas en 2017 salvo una excepción, eran de nacionalidad española y en el 83% de los casos, el agresor convivía con la víctima, con unas edades comprendidas entre los 31 y los 50 años y la mitad de ellos se quitó la vida después del crimen.
Las mujeres que son un poco más del 50% de la población mundial cometen menos homicidios que los hombres.
Pero debemos volver al principio, están seguros que se debe de derogar la prisión permanente revisable, o tal vez quieren sacar una nueva ley que de verdad castigue a estos asesinos de mentes calculadoras y frías, porque a mi entender no tienen cabida en nuestra sociedad, estoy segura de que nunca se vuelven a reinsertar de verdad; y es que no tienen poder alguno para decidir quitarle la vida a nadie y menos a personitas inocentes y ajenas a todo conflicto creado en su entorno.
Nuestra sociedad tiene que cambiar en muchos aspectos y que bajo ningún concepto se utilicen estos casos con fines políticos y electorales; pensemos un poco con el corazón.
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