La teoría crítica de la Escuela de Fráncfort no justificó en el siglo XX la sociedad de su tiempo, ya que partía de la base de que es irracional, injusta y opresora, aunque no sea de forma absoluta y total. Lo que significa que deben cambiar muchas políticas de los gobiernos, para lograr una sociedad más racional y humana.
Frente a la razón subjetiva o instrumental, que se resume en una especie de cálculo de ventajas y probabilidades, es necesario tener en cuenta especialmente los fines y no solo los medios. En este sentido, en los filósofos que afirman la teoría crítica se observa, que la razón se ha convertido en un medio para dominar la naturaleza y la realidad humana, lo que causa una cosificación de los seres humanos, que están supeditados al logro de una dominación de la realidad, lo que produce que todo se subordine a intereses materiales y económicos inmediatos.
En contra de esta interpretación de la acción humana pensadores como Habermas, con su razón comunicativa o dialógica, pretenden llegar al consenso a nivel social, para buscar las mejores soluciones para la eliminación de la injusticia y la incoherencia, que están presentes en todos los ámbitos de la vida socioeconómica de los países en nuestro planeta. Habla en sus escritos de la necesaria solidaridad, en todos los aspectos de la vida de los ciudadanos, en busca de un auténtico bienestar individual y social. A la razón instrumental se puede contraponer la objetiva, que es la característica de grandes filósofos como Platón y Aristóteles. También la Escolástica y los pensadores idealistas alemanes están convencidos de que el lógos es la racionalidad característica de lo real, desde una consideración filosófica o científica.
Para Habermas el problema crucial de nuestro tiempo es la racionalización de la sociedad y de la política. Analiza las patologías sociales que, en realidad, son la manifestación o expresión de la fuerza dominadora del dinero y del poder sobre el mundo de la vida. Lo que es posible, a juicio de este pensador, es la elaboración de una utopía positiva en el mundo actual. De esta manera, se podría armonizar la racionalidad instrumental y la comunicativa o se podría decir también solidaria. La humanización de la convivencia social es algo esencial y prioritario, para que exista bienestar en los países. En la ética del discurso habermasiana el imperativo categórico kantiano es reformulado desde una perspectiva más social. Es la reafirmación de un universalismo ético, que también lo desarrolla en sus libros otro filósofo alemán que es Markus Gabriel.
Se trata según Habermas de dialogar para encontrar un consenso racional acerca de intereses, que sean generalizables para todos y no para una parte de la sociedad. Se trata de desarrollar con la ética dialógica un modelo de democracia participativa, que potencia la felicidad de todos, sin excepciones. Puede parecer algo ideal y utópico, pero es posible y realizable.
En la actualidad del siglo XXI, a mi juicio, se constata un retroceso de una considerable parte de la sociedad mundial, hacia niveles cada vez más bajos de reflexión y análisis. Una parte de la gente vive en piloto automático, con una interpretación de la existencia materialista, en el peor sentido del término. Se percibe en ciertos ambientes sociales o de forma generalizada un desprecio de la cultura y del saber y una exaltación exclusiva de la superficialidad, del relativismo más absoluto y también de la diversión sin fin y descanso, como propósito total de una vida aparentemente bien vivida. Lo demás parece como si sobrara y no es cierto.
Es imprescindible que toda la sociedad, si no quiere autodestruirse, reconozca que, por ejemplo, la enseñanza humanística no es un lujo, una extravagancia o algo antiguo y desfasado, todo lo contrario, es lo que nos hace humanos de verdad. Lo que no significa que la ciencia y la tecnología no sean muy útiles, pero tienen que estar al servicio de los seres humanos y no dominar la vida privada y pública de los ciudadanos libres.
Los desafíos de la digitalización y de los inventos en tecnología están cambiando a un ritmo acelerado los tiempos actuales y ya estamos sintiendo y percibiendo que es preciso poner unos controles éticos, en beneficio de todos.
Esto también se puede aplicar a los experimentos e investigaciones, en el campo de la medicina y de la ingeniería genética. Los logros son tremendos de cara al presente y al futuro, pero todo tiene que ser analizado y controlado, de forma experta, para evitar consecuencias negativas, que impidan la libertad humana o la reduzcan. La autonomía de las personas es fundamental.
En estos días están saliendo informaciones en los medios de comunicación sobre los avances de la Inteligencia Artificial, porque pueden causar muchos problemas de seguridad y vulneración de los derechos individuales.
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