Ante el comienzo de un nuevo curso escolar, en este mes de septiembre, parece necesario insistir en que, sin mucho trabajo o esfuerzo, o dicho de otra manera, sin dedicar una considerable cantidad de horas, no se logran grandes progresos, tanto en el campo educativo como en el creativo. Las personalidades creativas, por ejemplo, destacan por el abundante tiempo que emplean en la composición o elaboración de sus obras pictóricas, escritos, partituras, esculturas, etc.
Al final, aunque las técnicas creativas pueden aprenderse y mejorarse, lo más esencial es el interés, y la constancia del artista o creador para realizar cada obra. Es, si se quiere, un don o una capacidad que se desarrolla con la perseverancia en el esfuerzo sostenido, a lo largo de los días y los años.
Y los conocimientos, son parte fundamental también, en el desarrollo de las capacidades creativas.Y esto es algo que parece estar infravalorado, actualmente, en una parte de la sociedad. De hecho como escribe el experto en Pedagogía Gregorio Luri: «Los grandes hombres comparten una característica un poco deprimente: trabajan mucho». Esto es un buen ejemplo de la función esencial del tiempo de estudio o trabajo, en los resultados conseguidos, tanto en el aprendizaje como en la actividad creativa, en cualquier arte o técnica.
Al final en la enseñanza los estudiantes están utilizando, continuamente, palabras o símbolos, e incluso la Matemática es un lenguaje formal, o de signos y números. Por esta razón, es evidente que el fracaso escolar se explica, básicamente, por una falta de dominio en el uso y comprensión del lenguaje. Ya que la pobreza de vocabulario, o la falta de recursos lingüísticos es una barrera para la adquisición de conocimientos, sobre todo de los más complejos. Algo subsanable con la lectura, el estudio, los profesores, y con la consulta de diccionarios, libros e Internet. Pero, la labor principal debe ser la del propio estudiante. Su interés por las materias que debe estudiar podrá aumentar si adquiere más conocimientos. Aunque, indudablemente, pueda mostrar más pasión por unos campos del conocimiento respecto a otros.
En lo relativo a los valores en la educación, el ejemplo de conducta de los docentes, debe servir de modelo para que los alumnos también manifiesten sus valores en sus conductas. Porque, si los valores éticos, simplemente, son algo teórico, y no se plasman en la realidad de cada día, se quedan en algo puramente especulativo y sin valor práctico, tanto en los propios centros educativos, como en la sociedad y en las familias.
Vivimos en un ambiente social y laboral que prima y prioriza lo que sabemos hacer. Y esto, en el fondo, es lo mismo que decir que lo fundamental son los conocimientos que dominamos, y las habilidades y capacidades que manejamos. En un mundo cada vez más competitivo, y que se rige por la innovación, el rendimiento, y la productividad, el interés por saber es algo necesario, para todos.
La creatividad es una habilidad y capacidad que puede aumentarse con atención y esfuerzo prolongado. Ser creativo es uno de los grandes retos que afronta la enseñanza. Y estoy convencido de que, tanto en el presente como en el futuro, será decisivo en la era digital en la que ya estamos.
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