(CORDIS) — Habiendo reunido a especialistas de una gama amplia de campos, el Instituto de Sistemas Moleculares Complejos de la Universidad Tecnológica de Eindhoven se encuentra a punto de lograr un gran paso tecnológico que podría tener consecuencias de profundo calado para la industria farmacéutica.
En muchos casos, en el desarrollo de fármacos es necesario utilizar catalizadores orgánicos (esto es, moléculas diminutas, aún más pequeñas que las enzimas, capaces de estimular reacciones), pero desde hace mucho persiste el problema de que tales moléculas, con frecuencia, no pueden interactuar o funcionar en agua. Este es un impedimento que es importante eliminar, puesto que ello ayudaría a agilizar el descubrimiento de medicamentos y daría un impulso al sector farmacéutico de Europa, que posee un gran peso económico.
Las actuales limitaciones de estos catalizadores orgánicos pueden ralentizar y mermar la efectividad de las tareas de laboratorio y de los estudios clínicos. Por este motivo, el susodicho instituto viene trabajando en tratar de imitar la estructura tridimensional de las enzimas y proporcionar una alternativa sintética a los catalizadores orgánicos.
Una característica relevante de las enzimas es que su parte exterior es hidrófila, lo que permite su uso en agua. En consecuencia, unos catalizadores sintéticos que poseyeran las propiedades de las enzimas permitirían acelerar el descubrimiento de fármacos al ser más flexibles y ajustables a las necesidades de este sector.
Un buen número de fármacos actualmente a la venta contienen principios activos que se fabrican, en parte, empleando catalizadores como componente facilitador fundamental. La demanda de tales catalizadores está en alza a raíz de los avances notables logrados en las tecnologías empleadas para el descubrimiento, el suministro y la mejora de enzimas, y también del interés creciente en aplicaciones enfocadas hacia fármacos quirales y la química verde.
Asimismo, la industria farmacéutica posee una importancia inmensa para la Unión Europea no sólo por motivos económicos, sino también porque implica empleos de gran calidad, inversión en la base de la ciencia y diversos beneficios para la salud pública. En el año 2007, la fabricación de preparados farmacéuticos y productos farmacéuticos básicos constituía la actividad principal de unas 4 500 empresas de toda la Unión Europea, mientras que el sector empleaba en torno a 611 000 personas.
No obstante, el desarrollo de estos catalizadores sintéticos no ha estado exento de dificultades y ha obligado a que la universidad mencionada aplique todos los conocimientos especializados a su alcance. De hecho, el Instituto de Sistemas Moleculares Complejos se creó expresamente para posibilitar la cooperación entre investigadores de distintas disciplinas. En el proyecto del que trata este artículo, ello se ha materializado en la participación de químicos especialistas en polímeros que han trabajado con cadenas poliméricas, especialistas en química orgánica que han desarrollado los catalizadores y especialistas en matemática y física de polímeros que han proporcionado modelos predictivos.
Una de las ventajas de este modelo de trabajo ha sido la consecución de una comprensión más concienzuda y completa de los catalizadores sintéticos, del comportamiento general de las enzimas y, en conjunto, del desarrollo farmacológico. Asimismo, los investigadores han gozado de la oportunidad de colaborar con científicos con quienes no habían tenido ocasión de trabajar antes, así como de conocer con mayor precisión la perspectiva del mundo desde otras disciplinas.
Actualmente se están realizando los experimentos iniciales con los catalizadores sintéticos para determinar dónde hay margen de mejora. Aunque podrían pasar unos años hasta que se publiquen los resultados definitivos de esta investigación, lo cierto es que su posible repercusión en el desarrollo de medicamentos podría ser formidable.
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