Desde UNICEF se pide ayuda económica, porque numerosos niños se están muriendo de hambre.
Es una cifra sobrecogedora. Que cada día la gente padezca esta hambruna tan tremenda es terrible. Hacerse socio de UNICEF hace posible que con un pequeño sobre de comida que cuesta 33 céntimos de euro un niño pueda sobrevivir cada día y aspire a llegar a ser mayor sin morir abandonado en los primeros años de su vida.
Es lamentable que los gobiernos de los estados más ricos del mundo no pongan mucho más dinero para remediar esta espantosa situación de la infancia en África y en otras partes del planeta.
La pobreza absoluta y la desnutrición severa causan la muerte por hambre de más de 240.000 niños y niñas cada mes. Si no paramos esto me parece que la deshumanización llegará a niveles inimaginables. Y es algo urgente que no puede esperar.
Con que los estados reduzcan un cinco o un diez por ciento su gasto en armamentos se acabaría con el hambre en el mundo en poco tiempo. En la crisis de hambruna por la sequía en África 1.400.000 niños te necesitan ahora, dice UNICEF.
Los derechos de los niños deben ser algo real y efectivo y corresponde a los gobiernos garantizarlos. Sucede que por las guerras y otras causas la extrema pobreza mata cruelmente a los niños de modo inmisericorde. Con UNICEF se puede colaborar económicamente de varias maneras. Animo a la gente a que lo haga, si puede. Cambiar la vida de millones de niños en todo el mundo es posible con UNICEF.
Porque esta gran organización humanitaria da de comer y salva de la muerte, también educa y protege a la desprotegida infancia de diversos países de nuestro planeta.
Escribo este artículo con el propósito y la esperanza de que sirva para que las personas de los países desarrollados se den cuenta de lo que está pasando con seres inocentes y desvalidos. Simplemente con pensar en ello se estremece la más mínima fibra de humanidad que cualquier persona pueda tener todavía.
Cada niño tiene derecho a crecer sano, libre y feliz. También debe poder llegar a tener oportunidades en su vida futura. Si se muere entre el primer y el quinto año de su existencia por hambre, algo que está ocurriendo, están desapareciendo vidas de modo atroz. El mundo desarrollado no debe permanecer indiferente a esto.
En Raqqa más de 40.000 niños están en la línea de fuego. En Yemen el número de casos sospechosos de cólera alcanza los 100.000. En la República Centroafricana miles de niños y familias necesitan asistencia humanitaria urgente.
Además, la sequía arrasa el sur de Somalia y otros países africanos, algo de lo que informa UNICEF, siendo evidente que sin agua ni alimento el riesgo de inanición es muy elevado.
Y se pueden dar más datos terroríficos, ya que el 75% de los niños que llegan a Etiopía sufren desnutrición aguda o grave. Con cada euro UNICEF puede llevar comida para un niño durante un día.
Esperemos que desde los países europeos se tome conciencia de este gravísimo problema y también desde el resto de estados mundiales. Se puede acabar con esta muerte atroz de más de 8.000 inocentes cada día.
Y la mayor responsabilidad la tienen, en mi opinión, los gobiernos que no ponen los medios económicos necesarios para acabar con el hambre de una vez por todas.
En España existen bolsas de pobreza pero es relativa, si se compara con la absoluta de África y Asia, por ejemplo. A los niños severamente desnutridos de Somalia, si les dan arroz los perjudican, por tanto, tienen que alimentarlos con una alimentación más suave y suero para que su sistema digestivo reciba la energía que necesita para sobrevivir.
No se puede permitir que esto siga ocurriendo ante la pasividad de la comunidad internacional o los esfuerzos insuficientes. Ante grandes desafíos humanitarios los países y la sociedad civil deben poner toda la carne en el asador y ofrecer ayuda económica urgente a millones de personas que la están pidiendo en silencio, porque no pueden gritar, ya que no tienen ni fuerzas para hablar.
La piedad y la compasión tienen que llegar a estos millones de niños, lo antes posible, en forma de comida. Esperemos que así sea. Alrededor de 535 millones de niños están en situación de pobreza en el mundo, aproximadamente un 25% de la población infantil del planeta.
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