“Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable”.
Recientemente el rotativo The Economist ha lanzado, en Londres, una campaña de publicidad exterior con el objetivo de abrir el debate sobre el derecho a una muerte digna (eutanasia) y que los ciudadanos hablasen sobre cómo quieren vivir sus últimos días.
La campaña, creada por Abbott Mead Vickers BBDO, estuvo activa solo durante tres días y se lanzó unos días antes de que el Parlamento votara sobre el proyecto de ley sobre la muerte asistida, esto es, la eutanasia.
Durante esos días, los londinenses pudieron ver carteles de publicidad exterior digitales que mostraban el techo de una habitación del hospital en un bucle continuo, recreando la vista que un paciente podría tener si estuviera tumbado indefinidamente en una cama de hospital. El cartel decía lo siguiente: “¿Podría vivir una vida así?”
Los diputados rechazaron el proyecto de ley de muerte asistida (eutanasia) en la Cámara de los Comunes de Reino Unido. El proyecto de ley no salió adelante con los votos de 330 diputados en contra de permitir que algunos adultos con enfermedades terminales pusieran fin a su vida bajo supervisión médica, y sólo 118 a favor.
No es lícito matar a un ser humano para no verle sufrir o no hacerle sufrir. Nadie puede autorizar la muerte de un ser trascendental, aunque sea un enfermo incurable, agonizante o en estado de coma profundo. Los cuidados paliativos son un remedio para estas situaciones dolorosas.
San Juan Pablo II declaró que “la tentación de la eutanasia, adueñarse de la muerte, de modo anticipado y poniendo así fin a la propia vida, se presenta absurda e inhumana. Nos encontramos ante la cultura de la muerte que avanza en las sociedades del bienestar”.
Los comentarios están cerrados.