La intensidad con que la delincuencia y la violencia impactan en el desarrollo de los países de América Latina y el Caribe podría estar estrechamente ligado a la falta de desempleo y a la deserción escolar de jóvenes a temprana edad. Esta situación sigue siendo una asignatura pendiente y un reto para estos países.
Pareciera que es la generalidad para gran parte de los países de la región, donde hay un alto nivel de jóvenes que no estudian, ni trabajan, pues en muchos casos no es porque no quieran, sino, porque no existen las condiciones para el acceso de estos a las casas de estudios o algún empleo que les permita mejorar sus condiciones de vida. Muchos de ellos tienen el interés, pero el Estado garante de derechos sociales y del bienestar general, a través del desarrollo de distintos medios, entre los que se cuentan el económico y social, deja en evidencia que no estaría jugando el rol correspondiente.
Refiriéndose a esta situación, en 2016 el Banco Mundial publicó un informe titulado “Los ninis en América Latina: 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades” donde hace referencia de América Latina de manera general, y también se analiza la situación de República Dominicana.
Cita el informe que el problema se ha intensificado entre los jóvenes varones que representan un aumento de 1,8 millones de Ninis en América Latina y el Caribe desde 1992. Indica además, que de cada 5 jóvenes, 3 ni estudia, ni trabaja.
En República Dominicana, un informeelaborado por el Observatorio del Mercado Laboral Dominicano (OMLAD) del Ministerio de Trabajo, que tomó como base la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT) 2000-2012, hace referencia a la situación en la que se encuentra una parte de la población dominicana en edades comprendidas entre 10 y 34 años, los cuales ni trabajan, ni estudian, representando esto un 14.31 % del total de la población, en números concretos, unos 636, 833 personas según este estudio.
En ese sentido, el mismo informe del Banco Mundial indica que las mujeres representan dos tercios de esta población en América Latina. Esto se le atribuye tanto al embarazo de adolescente como al matrimonio precoz. La población de los ninis de la República Dominicana, según el estudio de la OMLAD, son más de dos tercios pues de 624 mil 604 existentes, 454 mil 417 son mujeres.
Un artículo publicado por UNICEF República Dominicana sitúa al país en el puesto 5 entre los países de América y el Caribe, en relación a los embarazos en adolescentes, en edades comprendidas entre 15 a 19 años.
Para el caso de la República Dominicana se expone que hace dos décadas, los Ninis varones eran unos 88 mil jóvenes, cantidad que para el año 2013, se duplicó a unos 164 mil. Cita el informe que ese aumento es particularmente preocupante ya que, de acuerdo con el estudio del Banco Mundial, una mayor incidencia de Ninis varones, en contextos de debilidad institucional, está relacionada con un aumento en la criminalidad.
Igualmente, revela que tres (3) de cada cinco (5) ninis en la República Dominicana son mujeres – una proporción menor al resto de la región. Aquí es necesario volver a tocar el tema de los embarazos, que trae como resultado deserción escolar y por ende, repercusiones económicas para la familia de la joven en estado de gestación. Un punto importante a resaltar es que los embarazos en adolescentes se producen en comunidades pobres y de bajo niveles económicos, convirtiendo la situación actual, en insostenible.
Una encuesta reciente publicada en el periódico MetroRD y realizada por Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar), presentada por la Oficina Nacional de Estadística, destaca que un 76 % de la población dominicana considera la delincuencia como uno de los principales problemas del país, en tanto un 76,5 % considera que el motivo de la delincuencia es el desempleo, mientras que el 30 % cree que se debe a la pobreza, y un 15,8 % apunta a la falta de oportunidades para estudiar como causa de esa criminalidad.
El informe evidencia la necesidad de acciones concretas por parte no solo del gobierno de la República Dominicana, sino de todos aquellos que integran América Latina para que puedan elaborar y desarrollar políticas públicas enfocadas a mitigar este flagelo, a generar fuentes de empleo orientadas a satisfacer las demandas de los jóvenes, crear políticas de incentivos que ayuden a bajar los índices en esos aspectos y que permitan su acceso al mundo laboral y de la educación.
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