En el reducido espacio de una lancha hinchable con 105 inmigrantes subsaharianos partieron hace unos días desde las costas libias para intentar llegar a Italia. Durante la travesía se produjo una discusión entre la mayoría de los inmigrantes de religión musulmana y la minoría cristiana en la que los musulmanes amenazaron a los cristianos a abandonarlos en el mar. Lanzaron por la borda a los doce nigerianos y ghaneses por profesar la que, a su juicio, es una fe errónea. Es la primera vez que esto sucede. Ya no son suficiente los asesinatos de cristianos en Siria, Irak, Pakistán, Nigeria, Libia o Egipto.
Tras la decapitación de los 21 coptos egipcios a manos del Estado Islámico ha puesto en primera línea informativa la situación que viven los cristianos ante la persecución de este grupo islamista que tiene como fin llevar a cabo una limpieza étnica y religiosa en las zonas que va conquistando.
Mientras Occidente duda y no se atreve a tomar una decisión contra el Estado Islámico, se ha organizado una resistencia cristiana, un ejército de miles de hombres que se preparan para enfrentarse al Estado Islámico para frenar su avance.
Se denominan Unidades para la Protección de la Defensa de Nínive (NPU) y son ya unos 4.000 miembros los que se están entrenando para hacer frente a la locura del Estado Islámico. Según informa The Catholic Herald el ejército cristiano tiene ya a 500 preparados en ciudades como Alqosh para actuar como defensa y otros 500 miembros están siendo entrenados para el combate y otros 3.000 más están ya alistados a la espera de recibir la formación adecuada.
El ejército está formado en gran medida por sirios cristianos aunque los voluntarios han llegado también de países cercanos así como de la diáspora donde hay una gran comunidad cristiana asiria y caldea. También han llegado voluntarios cristianos de Estados Unidos, Australia y Suecia. El ejército cristiano está aliado con el ejército iraquí y con los peshmerga kurdos y recibe la instrucción de una compañía de seguridad estadounidense.
El arzobispo caldeo de Erbil, Bashar Warda, cuya sede está situada en la capital del Kurdistán iraquí, alberga desde hace meses a decenas de miles de refugiados cristianos. El arzobispo iraquí apoya la posibilidad de una “acción militar” para defender a las minorías cristianas. Esta decisión se contempla en el propio Catecismo de la Iglesia Católica para casos como el que está sucediendo en Irak.
Estos hechos se enmarcarían en el término de “guerra justa” en el que deben darse una serie de condiciones antes de apoyar cualquier acción armada. La Iglesia siempre defenderá una vía pacífica salvo cuando ésta sea inviable.
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