Brasil perdió en junio pasado 111.199 empleos formales de trabajo, el peor resultado para este mes en los últimos 24 años, informó el Gobierno. El saldo negativo fue resultado de la diferencia entre las 1,453 millones de contrataciones y los 1,564 millones de despidos registrados formalmente en junio ante el Ministerio de Trabajo.
La mayor economía de América Latina no suprimía tantos puestos de trabajo formales en un mes de junio desde 1992, cuando la estadística comenzó a ser recopilada, según los datos divulgados por el Ministerio. El dato negativo contrasta con los 29.363 empleos formales generados por Brasil en junio del año pasado.
El resultado de junio elevó a 345.417 el número de empleos formales suprimidos por Brasil en el primer semestre de 2015, que contrastan con los 588.671 puestos de trabajo generados por el país en los primeros 6 meses del año pasado.
El país tan solo generó el año pasado 396.933 nuevos empleos formales, un número en un 64% inferior al de 2013 y el peor para un año desde 1998, según las estadísticas del Ministerio.
La pérdida de puestos formales en los primeros meses del año contribuyó para que el índice de desempleo subiera en mayo hasta el 6,7% de la población económicamente activa, el mayor nivel del año.
Pese a la crisis internacional, la tasa promedio de desempleo en Brasil cayó desde el 5,4% en 2013 hasta el 4,8% el año pasado, su menor nivel desde 2002, cuando el indicador comenzó a ser medido con criterios más rigurosos.
La caída del empleo formal y el aumento del desempleo en 2015, sin embargo, indican que el mercado laboral comienza a perder vigor debido a la fuerte desaceleración económica del país.
La economía brasileña tan solo creció un 0,1 % en 2014 y las últimas proyecciones indican que este año puede sufrir una contracción de hasta el 1,5 %.
El deterioro del empleo también coincide con las medidas de austeridad anunciadas por el Gobierno para equilibrar las maltrechas cuentas públicas, que el año pasado cerraron con el primer saldo negativo en 13 años, y que incluyen una reducción del gasto público y una subida de los impuestos.
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