Por Conchi Basilio
Las personas egoístas son egocéntricas, solo piensan en sí mismos y en su propio beneficio, satisfacción y ganancias.
Aprovechan cualquier situación para obtener algo a cambio. Lo contrario del egoísmo es el altruismo, que se define por aquellas actitudes y conductas totalmente desinteresadas que hacemos por ayudar a los demás.
Las personas egoístas raramente comparten nada, todo lo que puedan recibir les parece poco; en cierto modo son algo avariciosos, y suelen ser también rencorosos, podríamos decir que nunca olvidan y a veces ni perdonan, además que suelen recurrir desde la justificación más o menos creíbles hasta incluso las mentiras, lo importante es salir airosos.
Por otro lado siempre temen tener que prestar a los demás, si no reciben algo a cambio o reservarse el favor para un futuro; hasta podríamos poner como ejemplo, que no recogen a nadie en su coche, a no ser que vivan cerca, y nunca contemplan la posibilidad de desviarse de su rumbo por hacer un favor a nadie. Suelen ser personas muy cómodas dentro de su forma de vida y no se mueven para casi nada, se encierran en su círculo y para ellos no existe más.
Lamentablemente vivimos en un mundo lleno de egoísmo, sin ganas de compartir y aún menos de ayudar a tanta gente que lo ha perdido todo, que se ve en la calle y solo a la espera de alguien que les dé una mano.
Simplemente podemos echar una mirada a los cientos de miles de personas refugiadas que huyen de las guerras, de la hambruna, en busca de un lugar mejor y más digno para vivir, pero no somos capaces de poner fin a todo esto, ya que solo 10 de los 193 países del mundo, albergan a más de la mitad de las personas refugiadas, mientras unos pocos se ven obligados a hacer mucho más de lo que les corresponde debido a la proximidad con las zonas de crisis.
Es una situación insostenible y el sufrimiento, miseria y enfermedades que están padeciendo, estas miles de personas, por no hablar de los numerosos niños sin familia que siguen luchando por llegar a algún lugar que les acoja.
Es entonces cuando me pregunto, porque el mundo rescata a bancos, desarrolla nuevas tecnologías y participa en guerras; pero es incapaz de ofrecer un hogar seguro y digno a 21 millones de personas refugiadas.
Mientras los ricos se hacen más ricos sin mirar atrás, todas estas personas necesitan ayuda muy urgente. Pero es el egoísmo el que triunfa en estas tremendas situaciones, que parece que no tiene fin. Si todos fuéramos un poco más comprensivos y por un momento sentimos el horror que están viviendo, nos daríamos cuenta de lo inhumana que es su existencia, y que a mi juicio no acabo de ver soluciones, cuando entre todos podríamos de una vez poner fin a todo este despropósito, que estoy segura de que nadie de nosotros lo querría para sí mismo.
Debemos pensar un poco más en toda esta gente que nos está pidiendo ayuda a gritos, mirar un poco hacia atrás, dejarnos de trivialidades y aunar nuestras fuerzas para resolver cuanto antes toda esta problemática; ya que considero que un techo donde vivir y comida en la mesa es un derecho humanitario; porque nadie puede saber cuál será nuestro destino mañana, por tanto debemos intentar arreglar el presente.
La vida da muchas vueltas, unidos podemos llegar a una buena solución.
Menos egoísmo y más altruismo.
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