Un caso memorable digno de análisis es el intercambio de mensajes del presidente Trump con el líder supremo de Corea del Norte, Kim- Jung Un, en ocasión de la crisis de misiles entre estos países. Ver la manera en que Trump responde a las amenazas –quizás con otras amenazas–será un ejercicio interesante a ser utilizado cuando tengamos que hacer un esquema general de las conversaciones políticas.
Para tener una clara noción de la importancia de las rutinas de la comunicación gubernamental, debemos destacar la ya muy conocida frase de “gobierno bien pero comunico mal. En el caso de la brecha política que enfrenta el presidente Donald Trump es necesario la creación de una planificación estratégica de la comunicación gubernamental americana para estructurar el trabajo que realiza la oficina de comunicación de la Casa Blanca. Sin embargo, para garantizar dicha planificación estratégica es imperioso tener un enfoque basado en el realismo y la innovación, como diría el profesor Mario Riorda.
La estrategia comunicacional de la presidencia de Donald Trump no está funcionando de la manera deseada por la Casa Blanca, aunque sí para la prensa y por consiguiente, para la oposición. Hay un problema estructural tanto de forma como de fondo ya que el equipo de prensa no se pone de acuerdo, tiene sus propias pugnas y los cambios repentinos en el mando comunicacional evidencian estas debilidades de la comunicación del gobierno. Se necesita un cambio urgente de la mística comunicacional, pero un cambio duradero ya que el gobierno lleva apenas un año de inauguración. Para empezar hay que reconciliarse con la prensa puesto que el ego político puede ser el peor enemigo en muchos casos.
Como principios centrales de la comunicación gubernamental, debemos garantizar que esta sea directa, que se involucren socios, pero sobre todo que sean capaces de crear mitos de gobierno. La tensión entre la nueva presidencia y la prensa ha obligado que uno de los dos tenga que adaptarse a las nuevas reglas del juego. Estas reglas se derivan de la imposición de un nuevo estilo de gobernar de Trump, aunque debe tener presente que esta nueva configuración de las relaciones con la ciudadanía está marcando la percepción general sobre su gobierno. La aceptación de estas nuevas políticas y acciones de los diferentes actores públicos, debe estar revestida por la figura del consenso.
La comunicación gubernamental es la que nos ocupa, especialmente porque el gobierno se comunica siempre, ya sea a través de sus decisiones/acciones o por su inacción.
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