Parece increíble que dos formaciones políticas firmen un pacto de investidura sabiendo que no tienen los apoyos necesarios. Podemos ha roto las negociaciones con buen criterio. Y el PP va a votar en contra de la investidura de Sánchez. Parece una situación kafkiana o absurda. El PSOE acusa a Podemos de faltar a la verdad para levantarse de la mesa de negociación. En mi opinión, si existen diez cuestiones en las que no están de acuerdo los dos partidos, y otros asuntos que los separan, es razonable lo que ha sucedido.
Lo que no es lógico es el pacto PSOE-Ciudadanos, si se tiene en cuenta, que no va a prosperar, porque son 130 diputados los que van a votar afirmativamente.
La posible respuesta es que Pedro Sánchez esté pensando en que pasado el 5 de marzo vea, como algo plausible, el pacto también con el PP. La constitución de un tripartito estaría supeditada, a los resultados de las nuevas elecciones, a celebrar el 26 de junio.
De todos modos, Errejón mantiene la esperanza de que el PSOE, después de la investidura fallida, se desvincule del acuerdo con Ciudadanos y explore un pacto por su izquierda, y habla de voluntad política. Considero que es verdad, como dice el dirigente de Podemos, que hacen falta cambios profundos y no cosméticos, para dar respuestas al clamor social existente, por causa del elevado nivel de paro, y los graves problemas de desigualdad económica y precariedad que sufren muchos ciudadanos. Estoy de acuerdo con estos planteamientos de Podemos.
A mi juicio, la estrategia de negociación de Pedro Sánchez ha estado supeditada a ciertas líneas rojas marcadas por el Comité Federal. Ha intentado maximizar sus posibilidades, y no se ha atrevido a explorar el verdadero pacto que era factible por la izquierda. Ha ganado tiempo de cara a mayo, y también, probablemente, respecto a su candidatura a las próximas elecciones, en relación con las aspiraciones de Susana Díaz.
Pedro Sánchez y Rivera pueden poner en valor su pacto, pero de nada servirá, porque no será aplicado, al no poder aplicarse en la acción ejecutiva de un gobierno que no se va a constituir.
La falta de realismo político parece enorme. Parece más la afirmación de la capacidad de llegar a un pacto, algo que nadie ponía en duda, que poner, en primer lugar, la necesidad de constituir un auténtico pacto de legislatura y de gobierno. Es un pacto incompleto, por las razones que ya he explicado. Y España, no se merece ir a una repetición de elecciones, algo que parece inevitable.
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