En el libro El sentido de la vida de Gustavo Bueno se plantean numerosas cuestiones que conforman un sólido y extenso tratado de filosofía moral. A través de la profundísima crítica y de los detallados análisis del fundador del materialismo filosófico nos adentramos en el conocimiento mundano y científico de la moralidad y también en las explicaciones acerca del concepto de Espacio Antropológico y en la idea de persona y el concepto de individuo.
Puesto que las relaciones interpersonales y la convivencia son parte indispensable de la existencia, ya que el hombre no debe vivir aislado del mundo o de la realidad en la que, sin duda, está integrado, porque es un ser real. Lo antropológico es lo humano y no lo animal o lo cósico y natural. Bueno también analiza la libertad y los derechos humanos desde la perspectiva materialista que contradice o niega rotundamente la justificación de los planteamientos espiritualistas o idealistas en cuanto a su fundamentación efectiva.
Realmente en este libro de Bueno no se pretende la fijación de una idea predeterminada del sentido humano de la existencia. Porque es una tarea que debe llevar a cabo cada persona en el transcurso de su vida. Este gran filósofo explica que cada ser humano «Puede explorar en la dirección de su propio sendero, evitando que se extravíe por otros». De todas maneras es evidente que lo mejor y más adecuado es que cada individuo o sujeto explore por su propia cuenta el significado o los significados que quiere dar a su existencia. Y en esto representan un papel primordial la libertad y los deseos y aspiraciones de cada persona.
En relación con la búsqueda del sentido de la vida Bueno está convencido de que se puede encontrar en el plano fenoménico o material del mismo discurrir existencial de cada persona. Esto causa un cierto nivel de incertidumbre o inseguridad, porque no existe un sentido o una multiplicidad de significaciones o sentidos a priori. Lo que produce una indudable sensación de que existe una cierta complejidad, puesto que la vida puede tener múltiples sentidos que se hallan con el paso del tiempo y con la experiencia vital resultante.
Otra cuestión decisiva es que las personas, según Gustavo Bueno, deben analizar con suma precisión y de modo riguroso los propósitos o fines de su vida para no confundirse y emprender caminos equivocados. El uso de la razón y la consideración de las circunstancias vitales son fundamentales para la correcta dirección de los proyectos de cada sujeto.
Y es cierto que la construcción de la orientación o el sentido no siempre es suave y armónica como también pone de manifiesto Gustavo Bueno. Ya que puede haber conflictos y problemas de todo tipo. Es algo consustancial a la propia realidad del mundo.
La vida es procesual y dialéctica y en este planteamiento se puede poner de relieve lo que también decía Ortega y Gasset y Julián Marías acerca de la capacidad de elegir de cada hombre o mujer. En efecto, no podemos dejar de elegir, ya que si no lo hacemos estamos eligiendo también.
Y los proyectos, actividades y decisiones que no se toman es porque no se pueden elegir a la vez todas las posibilidades: son innumerables y marcan la finitud y la limitación de la existencia humana. Lo que no se hace expresa el campo de libertad y simultáneamente también define el sentido de la vida para cada sujeto determinado. Puesto que no se delimita únicamente a través de decisiones reales y efectivas. Lo no escogido indica el camino a seguir, al menos, en parte.
De este modo, desaparece la objetividad del sentido de la vida. En realidad, existen tantos sentidos como personas. Lo que ocurre es que la aplicación de la capacidad crítica, del juicio y la argumentación racional clarifica el sentido de la vida en función de las pasiones e intereses de cada individuo. Porque racionalidad y emoción no son antitéticos como se suele pensar, ya que están integrados en la inteligencia humana. Es el intelecto sentiente explicitado por Zubiri en su magistral trilogía.
Por tanto, la subjetividad del sentido responde a los criterios y modos de vida de cada persona. La gran diversidad de costumbres, actitudes, formas de ser, etcétera., producen una inmensa variedad de sentidos de la vida. Lo fundamental desde un enfoque materialista y racional es pensar sobre el proceso vital.
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