Las Lecciones sobre la Estética de Hegel son una gran obra de 883 páginas. Sus lecciones de Estética comenzaron en 1817 en Heidelberg y continuó impartiéndolas desde 1820 a 1829 en la Universidad de Berlín. Estos cursos fueron publicados de forma póstuma entre 1836 y 1838 por un antiguo alumno de Hegel llamado Hotho. Con los apuntes del propio Hegel y los cuadernos y apuntes de los oyentes se editaron las Lecciones.
El filósofo alemán tardó en abordar el desarrollo sistemático de su Filosofía del Arte, pero el resultado fue magnifico por su profundidad, extensión y minuciosidad.
El arte para Hegel revela el verdadero ser del Espíritu. Se puede afirmar que el contenido del arte es la verdadera realidad, ya que es la manifestación sensible de la Idea. El mundo sensible no se basta a sí mismo, porque se funda en el espíritu o la razón, según Hegel.
Para este gran pensador que es el creador del idealismo absoluto está claro que: «La belleza artística es la belleza generada y regenerada por el espíritu, y la superioridad de los bello artístico sobre la belleza de la naturaleza guarda proporción con la superioridad del espíritu y sus producciones sobre la naturaleza y sus fenómenos». Reconoce que es delimitable una cierta belleza natural, pero no es del mismo tipo ontológico que lo creado por el arte humano, por la falta de criterios de la armonía natural de lo fenoménico.
En relación con las características de los artistas en sus Lecciones sobre Estética dedica páginas a su descripción e interpretación. Además, en referencia a la cuestión de la inspiración que ha sido en la Antigüedad atribuida a las Musas considera que es una cuestión más bien circunstancial y que deriva del virtuosismo adquirido con esfuerzo y perseverancia partiendo de una predisposición previa.
O, al menos, es lo que se puede interpretar de sus palabras cuando escribe «Ahora bien, la actividad de la fantasía y la ejecución técnica, consideradas como circunstancia del artista, es lo que, en tercer lugar, se suele llamar inspiración». Considera acertadamente Hegel que el talento o el genio no son innatos de una forma absoluta y radical. En efecto, pienso que el desarrollo y el perfeccionamiento del talento con la dedicación es algo evidente y que no puede ser negado. Y los grados de logro son variables, pero se materializan en la realidad a través de la práctica y la actividad continua.
Respecto a la originalidad en el arte Hegel plantea dos características que son la racionalidad del contenido que se elabora artísticamente y la verdad que refleja a través del mismo.
En el fondo el arte es combinación de elementos de un modo armonioso o agradable generalmente. La actividad del artista es básicamente imaginativa y combinatoria.
O, como dice Hegel, es la fantasía del creador la que produce o elabora obras artísticas. A mi juicio, es lógico que escriba sobre el proceso de creación lo siguiente: «Sin ponderación, sin selección, sin diferenciación, no puede el artista dominar ningún contenido que quiera configurar, y es una necedad creer que el auténtico artista no sabe lo que hace. Igualmente necesaria le es la concentración del ánimo».
Se entiende, por otra parte, que desde la perspectiva hegeliana se considere que la experiencia de la realidad o del mundo ofrece materiales muy valiosos a todo creador y esto mismo también es cierto si se aplica a las vivencias de los autores o artistas que han conocido la alegría y el dolor en su trayectoria vital y comprenden la naturaleza humana en toda su profundidad.
El arte figurativo, literario y musical se basa en la elaboración de emociones partiendo de realidades vividas o experimentadas en persona. Es la fuerza de lo vivido la que nutre la composición artística en muchas ocasiones.
No cabe duda de que la significación de la fantasía es puesta de manifiesto tanto por Schelling como por Hegel. Y es que la combinación entre lo fenoménico y lo sensible y lo ideal o racional es lo característico de la libre creación en el arte.
Hegel como pensador sistemático que era no podía dejar de lado una labor analítica sobre lo que representaba el mundo artístico en su tiempo y lo logró con sus lecciones de una manera magistral mostrando una gran erudición. Era un gran lector y leía tanto sobre cálculo infinitesimal como sobre cualquier materia.
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