Las obras de Sexto Empírico han influido en diversos filósofos a lo largo de la historia. Sus planteamientos filosóficos escépticos niegan, de forma tajante, cualquier clase de dogmatismo.
Aunque la suspensión absoluta del juicio no es lo adecuado en muchos casos. Se debe ser prudente en las afirmaciones y en la búsqueda de la verdad, pero la actitud escéptica debe tener límites, ya que no puede aplicarse a todo.
La obra más conocida y difundida de Sexto Empírico es, sin duda, los Esbozos pirrónicos. Su libro Contra los dogmáticos alcanzó menor difusión en los siglos posteriores a su muerte. Sexto nació en el año 150 y murió en el 249, por lo que se sabe. Aunque fue médico no se conservan sus tratados de medicina. En cambio, su labor como filósofo está expresada en sus escritos y en la dirección de la escuela escéptica. Aunque nació en Grecia, vivió en Roma y Alejandría. Fue discípulo de Menodoto de Nicomedia y de Herodoto de Tarso. Fue un gran defensor de las doctrinas escépticas de Pirrón y de Enesidemo. Recibe el sobrenombre de Empírico por su dedicación a la observación de la experiencia en su actividad médica estudiando a los enfermos.
Sexto Empírico no está de acuerdo con el silogismo y rechaza la idea de Providencia y la de causa. Incluso llega a decir que es imposible mantener ningún tipo de raciocinio, ya que todo es objeto de duda. Y no se puede alcanzar la verdad.
La influencia en el Renacimiento y en el siglo XVII de los Esbozos pirrónicos fue considerable. Es suficiente con pensar en Montaigne y sus Ensayos. También las ideas de Sexto están presentes en los tratados de Descartes. Ya que partió de las tesis escépticas en la creación del racionalismo moderno. La duda metódica cartesiana es una muestra de la radicalidad de un primer escepticismo necesario antes de asentar un primer principio indudable.
Además, en el libro de Sexto Empírico titulado Contra los dogmáticos se pueden extraer y aprovechar muchas citas literales, referencias, alusiones e información esencial sobre escuelas filosóficas de la Antigüedad y también sobre grandes filósofos antiguos.
En relación con la ética se puede decir que Sexto se basa en el sentido común y en el valor de la experiencia y del hábito, sin negar la racionalidad tampoco. En cierto sentido, una moral similar, en algunos aspectos, a la aristotélica. Escribe Sexto en Contra los dogmáticos: «Además, todo arte y toda ciencia realmente existente se aprehende a partir de las acciones artísticas y científicas a las que da lugar: la medicina, por ejemplo, a partir de los actos médicos, la citarística a partir de la actividad de tocar la cítara, y así también la pintura, la escultura y todas las artes similares». En sus obras Sexto muestra un extraordinario talento para la crítica de contradicciones y ambigüedades. También pretende poner de manifiesto los enredos del lenguaje y de las proposiciones y lo consigue desde un planteamiento puramente escéptico. Destaca como un gran dialéctico en su producción filosófica.
Es evidente que los seres humanos tienen que tomar decisiones y aunque es legítimo un cierto grado de escepticismo y duda razonable, ante lo que sucede en la realidad, esto mismo, no debe impedir la acción. Indudablemente, la prudencia es conveniente. Pero, no se puede disponer de toda la información acerca de lo que es más beneficioso o ventajoso en la toma de decisiones. Si bien esto no supone que se deba permanecer en la pasividad o en la indecisión permanente. Las exigencias de la realidad vital impulsan a los seres humanos a decidir lo que quieren hacer con mayor o menor acierto y también con errores que pueden ser corregidos.
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