Vivimos en el país de la picaresca. En este sentido, se parece bastante a Italia, aunque, en general, en el estado transalpino rompen todas las marcas en algunos ámbitos, en relación con el fraude y la corrupción. Que se haya descubierto fraude en 1.690.000 inmuebles es vergonzoso, porque indica que la ética no existe para un determinado número de ciudadanos.
No es tolerable, que mientras millones de ciudadanos pagan el IBI, de forma correcta, otros intenten aprovecharse, y oculten ampliaciones de sus viviendas, piscinas, etc.
Lo que también debe lamentarse es que la investigación del Catastro no haya empezado antes de 2014. Ya que en los lustros anteriores el fraude debió campar, casi a sus anchas.
Por cierto, las fórmulas tecnológicas de investigación usando drones e imágenes de satélites me parecen perfectas, con el fin de incidir en un justo pago de los impuestos, por parte de todos los ciudadanos, que según las normas deban realizarlo.
La regularización catastral ha sido muy beneficiosa para el conjunto de la población. Ya que por cada euro invertido en el programa de investigación del fraude del IBI se han recuperado 16 euros en la recaudación. Y la operación sigue en marcha, porque además de los 4.000 municipios investigados se añaden otros 1.721 más, que serán observados a través de imágenes aéreas.
Se ha descubierto más fraude del que se suponía que existía. Un 24% más. Se han recaudado 1.524 millones de euros, que son muy valiosos para los municipios.
Que la mitad de los ingresos de los ayuntamientos españoles provengan del IBI, da una idea muy precisa de su importancia. En España entre la economía sumergida y el fraude a Hacienda que se manifiesta de diversas formas, se está hundiendo, todavía más, la economía nacional.
Por tanto, es decisivo que se destinen más medios humanos y tecnológicos a la lucha contra el engaño a Hacienda, y para descubrir las bolsas de fraude existentes.
La igualdad ante las leyes, no es una frase teórica, es una de las bases de nuestro ordenamiento jurídico. La justicia social, aunque sea algo utópico, es un camino en el que se puede avanzar con pasos firmes y decididos.
El individualismo, el consumismo, y el materialismo mal entendido, no deben ser los que dirijan las conductas de una parte de los ciudadanos, a costa de la otra. La dignidad, la honestidad, la verdad, la bondad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la fraternidad, la libertad, etc., son valores éticos que no deben ser despreciados por nadie, ni en el ámbito de la microeconomía, ni tampoco en el de la política.
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