Se nos aproxima a los católicos el Domingo de Pascua, muchos pueden confundir que la celebración de la Pascua es el famoso conejo con sus huevos de pascua, eso puede verse más en los niños de parvularia y primaria. Con el domingo de Pascua de Resurrección se cierra un ciclo y comienza el tiempo pascual en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia.
La semana santa, comienza con el Domingo de Ramos que puede leerse en el Catecismo de la Iglesia (CIC) en el numeral 560 que dice: La entrada en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su muerte y de su Resurrección (…)
Fue desde el Concilio de Nicea (325 d.C) en donde el tiempo pascual quedó establecido en la Iglesia, siguiendo un calendario lunisolar y cuatro datos importantes, ésta se debe celebrar el domingo (dato cristiano) siguiente o coincidente con el plenilunio (dato astronómico) del 14 de Nisán (dato judío), teniendo en cuenta que el equinoccio (dato astronómico) de primavera (en el hemisferio Norte) se fijó para el 21 de Marzo.
Es decir, la fiesta de Pascua no ha sido una invención del último siglo, no han sido elucubraciones a la ligera, ha sido estudiada, celebrada y recordada poco tiempo después de la Ascención de Jesús a los cielos. La semana santa debe ser un momento para lograr un cambio en nuestro interior, para lograr poco a poco ser una persona diferente de forma positiva para todos los que nos rodean, nuestros amigos y familiares.
Es cierto que debe ser un momento de descanso de nuestras actividades diarias, si, también pasar momentos con la familia, conocer nuevos lugares pero sobre todo debemos prestar atención a nuestra vida espiritual para lograr así ser mejores personas, ciudadanos y profesionales.
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