Tiempos hipermodernos

Tiempos hipermodernos

La obra filosófica de Lipovetsky ha marcado positivamente el pensamiento contemporáneo. Parece que vivimos en una temporalidad señalada por lo transitorio y lo efímero. En definitiva, lo precario gana terreno en muchos aspectos de la existencia.

La sociedad posmoderna que ha ido conformándose a partir de los años ochenta del siglo XX es distinta en su funcionamiento a lo habitual en décadas anteriores. No en vano escribe Lipovetsky que se percibe “Auge del consumo y la comunicación de masas, debilitación de las normas autoritarias y disciplinarias, pujanza de la individualización, consagración del hedonismo y del psicologismo,…”.

En efecto, se nota, cada vez más, que lo que prevalece en muchas situaciones vitales es el puro interés individual en contra de los valores éticos y del respeto profundo de la libertad de los demás. Esto explica que se estén judicializando, de un modo creciente,  los conflictos individuales y sociales.

Parece que la modernidad ha acabado y estamos ya situados en la hipermodernidad en la que impera la sociedad de mercado y el goce instantáneo e inmediato. Y claro se dejan muchas cosas y actitudes positivas atrás.

Como también afirma Gilles Lipovestsky “La escalada paroxística del siempre más se ha introducido en todos los ámbitos del conjunto colectivo”. Ya los grandes relatos y propuestas universales para el futuro y también el progreso racional han quedado como cuestiones discutibles, por el avance vertiginoso del cambio social. La inquietud por el porvenir parece que cede ante el deseo generalizado de disfrutar del presente.  La despreocupación por el futuro es la tónica dominante en los tiempos hipermodernos para muchas personas y están en su derecho, claro está.

Según Lipovestsky es indudable que el turbocapitalismo ha perjudicado notablemente a grandes capas de la población desde una perspectiva económica. El empleo precario y el elevado nivel de paro  hacen que el tiempo presente pueda ser  vivido con inseguridad.

Dice Lipovestsky que “La sociedad hipermoderna se presenta como una sociedad en la que el tiempo se vive de manera creciente como una preocupación fundamental en la que se ejerce y se generaliza una presión temporal en aumento”. Está claro que el mundo, aunque parezca que no, en algunos sentidos se ha vuelto más caótico e inseguro.

A diferencia de lo que piensa Lipovestky considero que la filosofía entendida como actividad crítica y reflexiva posee todavía numerosas funciones. Es verdad también que la ciencia y la tecnología ocupan un lugar privilegiado en el ámbito del saber y de la influencia en la sociedad, pero también es cierto que las grandes preguntas metafísicas o filosóficas siguen estando presentes en la inteligencia de los ciudadanos.

Si la tecnociencia inventa el porvenir como dice Lipovestky esto no significa que no pueda existir una filosofía de la ciencia o de la tecnociencia que valore e interprete numerosos aspectos de la realidad y la investigación técnica y científica.

Como filosofar es pensar está claro que esta capacidad no la van a perder nunca los seres humanos y en este sentido, la filosofía como actividad reflexiva, crítica, analítica y constructiva nunca va a desaparecer, ya que forma parte esencial de la cultura occidental.

Que el espacio filosófico se concentre especialmente en la Universidad indica que sigue siendo un saber fundamental. Que las obras filosóficas sean leídas, en ocasiones, por un número reducido de especialistas o eruditos no significa que no sean leídas también por el público general. De hecho, existen colecciones de libros de filosofía que siguen publicándose para el gran público lector que está disponible.

En una población mundial de más de 7.500 millones de habitantes el número de lectores está aumentando continuamente por medio de las campañas para reducir el número de personas analfabetas.

Si a esto se añade que Internet ya llega a más de 3000 millones de individuos y existen muchos textos filosóficos en PDF de libre acceso para cualquier lector, se abre un nuevo campo para el conocimiento filosófico y para la cultura y la creación en general.

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