Los viajes ofrecen numerosos temas de reflexión tanto desde una perspectiva ética como antropológica, gnoseológica, estética, etc. No es extraño que Michel Onfray haya escrito otro libro para expresar sus consideraciones sobre las consecuencias de los viajes, en la forma de entender la realidad y de comprender diversos estilos vitales y costumbres y creencias muy diversas. El título de la obra es claro y diáfano Teoría del viaje.
Se han escrito muchos libros de viaje, porque tanto literatos como filósofos siempre han estado interesados en describir las sensaciones y los sentimientos producidos por la experiencia de viajar. Aunque estoy de acuerdo con Onfray en que la tendencia a cuadricular y cronometrar la existencia es volatilizada o desaparece, si prestamos la máxima atención a la zona del mundo a la que viajamos.
La distinción entre turistas y viajeros realizada por el filósofo francés me parece matizable, porque la profundización en las costumbres y modos de comprender la realidad de las ciudades o territorios a los que se viaja puede realizarse de distintas formas. Además, la globalización ha uniformizado más de lo que pensamos a numerosas personas de distintas partes del planeta, aunque no de todas.
Es cierto que, como escribe Michel Onfray, “En el detalle del viaje, la amistad permite el descubrimiento de uno mismo y del otro”. La exigencia de un buen viaje es algo connatural a la actitud filosófica, que se interesa por todo, ya que es necesario funcionar sensorialmente de modo pleno para percibir, al menos, lo fundamental del sitio que se visita.
Las imágenes y sensaciones de las que se llena la mente de los viajeros son la manifestación de otra realidad que se contrapone a la vivida habitualmente. Y sirven para redefinir y reinterpretar la propia realidad desde unos planteamientos más abiertos y relativos. La pluralidad y la variedad de situaciones y experiencias que proporcionan los viajes son algo muy valioso. Son, a mi juicio, el resumen o la quintaesencia de muchas cuestiones que pueden ser verbalizadas y conceptualizadas desde numerosos ángulos.
En cada viaje es verdad que se pueden extraer varias enseñanzas fundamentales para nuestra vida. La capacidad combinatoria de la existencia de los seres humanos a través de la diversidad de lenguajes, actitudes, estereotipos y mentalidades queda puesta de relieve de modos muy claros y evidentes, que pueden ser objeto de análisis muy precisos y minuciosos.
Las reflexiones que provocan las experiencias vividas en los viajes pueden ser innumerables, ya que dependen, en buena parte, de la profundidad de pensamiento de cada viajero y de su capacidad expresiva y analítica.
El libro de Onfray es una lectura recomendable, porque con un lenguaje exquisito traza unas reflexiones que, aunque discutibles, en algunos casos, no dejan indiferente al lector e impulsan comentarios y más interpretaciones posibles respecto a la naturaleza del viajar y a lo que representa o supone para cada viajero.
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