Seis Roland Garros y cinco Wimbledon contemplan a Björn Borg, sin duda uno de los tenistas mas importantes de la historia. Entre 1973 y 1981 se convirtió en una figura del deporte mundial y sólo su temprana retirada, a los 26 años de edad, le apartó de convertirse en la mejor raqueta de todos los tiempos.
Mucho se ha especulado sobre la vida privada de Bjórn Borg, que tras retirarse entró en la espiral del gasto que le llevó a la indigencia. Ahora, su primera mujer, la cantante Loredana Bertè, ha aireado algunos trapos sucios del sueco.
La italiana habla, en su autobiografía, de la cocaína, las orgías, las armas de fuego e incluso los intentos de suicidio que rondaron la vida de Björn Borg en los últimos años de la carrera tenística.
Es importante tener en cuenta que la droga llega directamente al cerebro. Un estudio de la Oficina Nacional de Control de la Drogadicción de Washington, refrenda que las drogas pueden producir: zozobra, melancolía, brotes psicóticos y tendencias al suicidio. ¿Será esto lo que algunos buscan, en clara línea con la cultura de la muerte?
Es una realidad, que la droga es una de las plagas de la sociedad de nuestros días es un hecho. La drogadicción ha penetrado en una parte de la población juvenil de todo el mundo. Se está luchando para terminar con esta lacra social, que sólo conduce a la muerte. Se debe luchar por la vida que es sagrada. La droga es la muerte, la inmolación de millones de seres ingenuos, en aras de uno de los más sucios negocios que ha conocido la Humanidad.
Es necesario combatir la droga con una educación adecuada, con una menor permisividad, con un mayor respeto a la persona y con el ofrecimiento a la juventud de una perspectiva vital. El consumo de estupefacientes produce un deterioro físico y psíquico que transforma el paraíso de unos instantes en un prolongado e insoportable infierno. La droga es un camino de ida, sin retorno.
Es urgente una batalla contra el comercio y el derroche de estupefacientes para frenar esta dañina espada de Damócles para el tejido social, que origina el delito, la crueldad y favorece la devastación física y psíquica de muchas personas.
El vacío de Dios, ¿no lleva a la desesperanza? La desesperanza conduce a la deshumanización. El hombre sin Dios se deshumaniza y se hace enemigo hasta de sí mismo. A esto conduce el derroche de los narcóticos.
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