Cada día es más fácil asesinar, secuestrar o desaparecer en México como consecuencia de la impunidad en que hoy operan las organizaciones criminales.
En el país la cifra de 100 mil desaparecidos es aterradora y da muestra de las fallidas estrategias no sólo del actual gobierno, sino de los que lo antecedieron y de sus vicios de impunidad que desafortunadamente siguen tan vigentes como antes.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en ignorar la cruda violencia que en su sexenio se ha desatado en un país donde al día mueren 10 mujeres resultado de la violencia de género.
El norte, el centro y el sureste de México, son escenarios de las cruentas batallas de ejecuciones y asesinatos del crimen organizado, que con la libertad que le da el silencio gubernamental, amenaza intimida y mata.
Hay localidades que en el estado de Michoacán se están convirtiendo en pueblos fantasmas debido a la huida que emprenden muchos de sus habitantes para sobrevivir a los ataques y amenazas de la delincuencia.
El mandatario mexicano insiste en que la violencia es cosa del pasado y de los rumores de sus detractores.
Sin embargo cada vez son más territorios los que se encuentran tomados por organizaciones criminales que operan sin temor alguno, incluso frente a la mirada de los militares.
La guardia nacional en México no cumple las funciones para la cual fue creada. Hoy en día, este brazo de seguridad se ha convertido en centinela para frenar migrantes, dejando en total desamparo las regiones donde hoy se libran batallas entre criminales.
Los niveles de violencia, asesinatos y feminicidios que hoy reporta México son alarmantes aunque el gobierno de López Obrador insista en negarlo e invisibilizarlo.
La disputa de territorios entre los cárteles es palpable en diferentes regiones del país, donde incluso los gobiernos locales dejan pasar y hacer antes de señalar a quienes están controlando los territorios donde gobiernan.
El gobierno de AMLO enfrenta quizá la crisis más severa del país desde el arribo de la llamada cuarta transformación. Sin embargo la negativa del Presidente para reconocer que la delincuencia está operando con mucha libertad, sugiere los posibles acuerdos pactados con muchos de ellos, quienes siguen mandando en México.
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