La televisión se ha convertido en un fenómeno social de gran importancia para las familias y la misma sociedad. Jamás se ha tenido un medio como la televisión que informe a tantos millones de personas con tanta rapidez y capilaridad. Quizás en la actualidad Internet pueda ser un vehículo mas instantáneo.
La televisión tiene como misión formar, informar y entretener. Los contenidos televisivos se han de valorar de acuerdo con la calificación moral de los distintos programas.
Con frecuencia se observa que este formidable medio de difusión se aparta del servicio al bien común y, entonces, puede dañar la vida familiar difundiendo valores y modelos de comportamiento degradantes, difundiendo pornografía e imágenes de brutal violencia, inculcando el relativismo moral y difundiendo mensajes distorsionados, información manipulada de los hechos y la actualidad, transmitiendo publicidad subliminal o que recurre a los mas bajos instintos del consumidor. También puede producir otros desórdenes cuando se despilfarra el tiempo.
Las diversas asociaciones en defensa de los telespectadores están influyendo para que los contenidos respeten la dignidad de la persona. En alguna ocasión se ha conseguido que algún programa que degradaba la dignidad de los seres humanos ha sido eliminado al presionar sobre los anunciantes que difundían sus campañas publicitarias en los citados programas. Al eliminar estos “spots” de los espacios nocivos y, por lo tanto, no tener el soporte económico fueron eliminados de la parrilla televisiva.
Una reflexión final. Hay que lograr que la televisión sea más abierta, más libre y, sobre todo, realizada desde la pluralidad y la diversidad. La televisión es una ventana abierta al mundo desde las distintas perspectivas animando sus respectivos proyectos informativos. Pero si queremos una actividad libre y responsable, que beneficie a la publicidad y al bien de la sociedad, hay que terminar con la publicidad ilícita, con las campañas engañosas.
“La televisión podría ser la violación de las multitudes”, afirma Jean Renoir.”
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