El 10 de diciembre del 2017, la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplió 70 años de su proclamación. Hemos recorrido un largo camino desde entonces pero aún hay mucho terreno que necesita ser recorrido. Al pasar balance sobre el progreso en el respeto a los derechos humanos, nos preguntamos: ¿Dónde estamos? Es una pregunta que merece un estudio exhaustivo pero tiene una respuesta predecible: ¡hoy vivimos en un mundo mejor que ayer en cuanto a derechos humanos, pero ciertamente este mundo podría ser mejor!
Cuando se trata de crear conciencia sobre la importancia de garantizar estos derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición, entonces la anterior pregunta pierde protagonismo y se impone saber la raíz del problema o más bien, el lugar donde vive la solución: ¿dónde empiezan los derechos humanos universales?
Para responder esta inquietud necesariamente tenemos que consultar lo que dijo una política americana, diplomática y mujer activista de los derechos civiles que sirvió de enlace con la comunidad afroamericana en tiempos difíciles, estamos hablando de la Primera Dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, quien refiriéndose a los derechos humanos compartió una interrogante que ella misma respondió: «En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. […] Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano».
Esta reflexión debe llamar nuestra atención, proviene de una mujer que promovió el liderazgo y empoderamiento femenino en una época en que la humanidad vivía en un mundo de hombres donde las mujeres parecían invisibles aunque en muchos casos eran el cerebro detrás de grandes publicaciones e inventos fascinantes de la ciencia. En 1946, Eleanor no solo se convirtió en la primera mujer en ocupar la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, sino que fue la primera persona en desempeñar esta posición. En conjunto con líderes como John Peters Humphrey y René Cassin, Eleanor jugó un rol fundamental en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El legado y esfuerzo de estas personas debe motivarnos a todos a #LuchaPorLosDDHH.
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