Heidegger es uno de los grandes filósofos por la profundidad, rigor y precisión de sus reflexiones. Su existencia transcurrió desde 1889 hasta su fallecimiento en 1976. Fue una vida dedicada al pensamiento y a la enseñanza universitaria. También escribió numerosas obras filosóficas. Ha desarrollado una amplia y profunda analítica de la existencia y secularizó los temas del existencialismo tratados por Kierkegaard.
La vida de Heidegger se caracterizó, entre otras cosas, por su deseo de estar en contacto con la naturaleza. No en vano procedía de un ambiente campesino o rural en Alemania. El ambiente campestre forma parte de su marco de interpretación poética de la realidad y también de su meditación metafísica. Aplicando el método fenomenológico este gran filósofo germano escribe en 1926 su obra más citada que es el Ser y tiempo. Se recogen en este tratado los tópicos más recurrentes del existencialismo. Aunque aprendió de grandes pensadores rompió con el racionalismo del neokantiano Cassirer y también siguió un camino filosófico diferente al de su maestro Husserl. La hermenéutica como corriente filosófica es anticipada por Heidegger en sus escritos. El mismo Gadamer reconoce la gran influencia en su modo de filosofar e interpretar de Heidegger. Después de su etapa nazi y de su tolerancia a la expulsión de los profesores judíos en las universidades alemanas de principios de los años treinta del siglo XX Heidegger se separó del totalitarismo nazi y reconoció, en cierto modo, sus errores. Pretendió alcanzar el pensamiento puro. También advirtió de los peligros de la técnica y de la deshumanización que puede producir en la vida humana.
El centro ontológico de la realidad o de todo lo existente lo ocupa el ser humano. Y el ser de las cosas es indudablemente diverso del ser de los hombres. Heidegger entiende la existencia personal como proyecto vital que se expresa en la intención constante de poder ser cada vez más. Las características propias de la existencia o existenciarios son desde la perspectiva heideggeriana: estar en el mundo, ser en común, apertura y habla.
El valor de lo auténtico es esencial para Heidegger y encuentra su plasmación real en cada ser viviente. Porque posee y pone en marcha con todas las consecuencias sus proyectos y planes en este mundo finito. Ya que lo inautenticidad es la pasividad, la indiferencia y también la actitud de distanciarse de los otros hombres y de las cosas. Frente a las opiniones comunes Heidegger se niega a aceptar el conformismo con las cosas y la realidad y nos enfrenta con el límite de la nada. Algo que en vez de desanimar a los seres humanos debe galvanizarlos e impulsarlos a luchar por sus ideales y proyectos reales.
Puesto que el hombre es el lugar donde se hace patente el ser, Heidegger considera que el existir humano es ser ahí o Dasein. Analiza y reflexiona sobre el ser en general. Y es que la ontología posee un gran campo de estudio que es la realidad.
La revalorización de la existencia individual está muy presente en la filosofía heideggeriana al igual que en Kierkegaard. También está convencido de que existe una prioridad de la vida sobre la razón, aunque no lo expresa de una manera tan clara como otros filósofos existencialistas. Heidegger se opone rotundamente al cientificismo, puesto que valora más una existencia más integrada en la naturaleza y desconfía de lo artificial. Somos seres arrojados al mundo, sin consentimiento previo de ningún tipo. De todas formas, Heidegger piensa que debemos estar abiertos a las posibilidades que nos ofrece el mundo, la realidad y los otros. A pesar de la radical finitud y de la angustia consiguiente como consecuencia de la misma Martin Heidegger no se muestra desesperanzado. Al contrario, siendo consciente de la absoluta inseguridad de la vida afirma un cierto optimismo vital, ya que la vida se hace con entusiasmo y pasión y en esto consiste fundamentalmente la existencia humana, si se analiza profundamente. Porque la autodeterminación, las propias decisiones son las que construyen la existencia, sin ninguna duda. La capacidad de escucha y de comprensión prefiguran los procedimientos interpretativos de la hermenéutica gadameriana.
En 1949 Heidegger pronunció una conferencia que tituló como La vuelta o Die Kehre. Es un volver en sí, es adentrarse el ser en su mismidad, es un entrar en su verdad. Es la segunda gran etapa de la filosofía heideggeriana. La erudición de Heidegger fue portentosa. Su tesis doctoral o de habilitación titulada La doctrina de las categorías y del significado en Duns Escoto es un tratado filosófico que manifiesta el virtuosismo técnico de su prodigiosa mente y la amplitud y profundidad de sus conocimientos. Podía estar explicando la filosofía de Kant de memoria durante más de cinco horas a un altísimo nivel, por ejemplo. En sus clases universitarias dejaba sus estudiantes admirados por su saber. Su filosofía influyó en el arte, la estética, la antropología cultural y en los ámbitos de la literatura, la política y la sociología.
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