Con todo el respeto a Irene Montero y a Iglesias me parece que la compra de un chalet no es algo bien visto por los militantes de Podemos. Es verdad que ante las críticas internas han decidido someterse a la decisión de las bases. Pero, a mi juicio, la solución planteada no es la correcta, desde un punto de vista político. Lógicamente, pueden comprarse la vivienda que quieran, si disponen de medios económicos o avales suficientes.
Desde un planteamiento puramente ético no se pueden hacer objeciones pero desde una consideración propia de la ética política creo que sí. Primero, porque dan a entender que si tienen que dejar la política no van a tener problemas para poder seguir trabajando. Y eso no lo pueden decir todos los españoles. Segundo, porque si los inscritos les dan su apoyo por mayoría simple se puede pensar que la fuerza del poder del que ya disponen ha inclinado la balanza a su favor. Alguien dirá, así es la estrategia política y no se puede hace otra cosa que aceptar esto. Y puede ser cierto, pero me parece que no es suficiente para un partido como Podemos.
Al final, el mensaje que se está transmitiendo a la población es que los privilegios vinculados al poder de los partidos son numerosos y los ciudadanos que no ocupan puestos de representación política importante están desprotegidos frente a casi todas las eventualidades. Cosa que no ocurre con los políticos con poder real sobre los partidos.
Es entendible que Monedero diga que ante la corrupción del Partido Popular poner en cuestión la compra de una casa de campo es una minucia o una cosa insignificante. Pero, en política, las actitudes y los gestos son esenciales. Y la imagen que se está dando no me parece la más apropiada para los que votan a Podemos y también para que pueda conseguir más votos en el futuro.
Lo de que el chalet no sea para especular y sea para vivir está muy bien, pero el fondo del asunto no cambia demasiado para la percepción de la gente. Porque en la vida todo puede cambiar de la noche a la mañana de forma tremenda.
Auguro que los inscritos darán su visto bueno por mayoría al planteamiento de Iglesias e Irene. Aunque, en mi opinión, esto no va a ser algo positivo para los resultados de Podemos en las próximas elecciones generales dentro de dos años. Va a ser una barrera que impedirá, probablemente, que se incorporen cientos de miles o millones de votantes nuevos a Podemos. El que haya habido una fuerte crítica interna es muy significativo y da una idea de lo que está pasando en este partido. Creo que ya está siendo una formación que debía ser más abierta a que subieran a la dirección caras nuevas o a que no hubiera una férrea dirección que no admitiera determinadas discrepancias.
No estoy diciendo que Podemos no sea un partido democrático, pero me parece que su dirección tendría que ejercer su poder de modo colegiado y no de forma tan personalista. En este sentido, es triste que Pablo Iglesias considere que tiene que lanzar un órdago a los inscritos para justificar lo que ha hecho con la adquisición del chalet. Es como poner por encima de su partido sus preferencias personales, algo a lo que tiene derecho como es lógico, pero para este recorrido no hacían falta alforjas.
La cuestión, como se puede notar, posee muchos matices y puede ser objeto de infinidad de comentarios y análisis. De todos modos, me parece que el futuro de Podemos ha quedado tocado, porque la ciudadanía no olvida y juzga sobre la coherencia de sus líderes políticos. Y para numerosos ciudadanos que no son votantes de Podemos y que votan a otros partidos de izquierda o de centroderecha la incoherencia también puede ser clara.
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