Guillermo de Ockham elaboró una sutil filosofía del lenguaje. Ciertamente, la labor teológica y filosófica de este sabio franciscano y profesor universitario fue enorme y se muestra en sus obras.
Rechaza la teoría aristotélica de la sustancia por considerarla inconsistente con su nominalismo y con el valor de la experiencia o de lo empírico. Aplicando su planteamiento crítico respecto a las entidades innecesarias está convencido de que se debe negar la teoría de la potencia y el acto de Aristóteles. Afirma que el ser y la cosa coinciden y por tanto no hace falta multiplicar las mediaciones conceptuales para conocer la realidad.
En la Suma Lógica y en otros escritos Ockham desarrolla admirablemente una teoría de las consecuencias con una clara influencia de la lógica estoica y establece que el silogismo es, en realidad, una clase particular o específica de tales consecuencias. De hecho, se puede constatar que su lógica anticipa bastantes teoremas del moderno cálculo proposicional.
La navaja de Ockham opera ya que considera que el sujeto y el predicado están en lugar del mismo objeto existente. En este sentido parece claro que los excesos de la jerga escolástica no son compatibles con su planteamiento empirista y realista.
No en vano afirma Alfonso Flórez autor del extraordinario libro titulado La filosofía del lenguaje de Ockham publicado en la Editorial Comares que «La consideración del lenguaje ocupa en Ockham un lugar especial…». Se entiende que escriba el lógico inglés que «No toda oración es enunciativa sino sólo aquella que es verdadera o falsa». En relación con la forma de entender la lógica por el pensador franciscano cabe decir que la considera como el estudio de los términos y condiciones de verdad de las proposiciones y razonamientos.
El nominalismo de Ockham se extiende, como es natural, a su gnoseología o teoría del conocimiento. Su lógica parte de planteamientos nominalistas. En su filosofía la propiedad básica de los términos es la suposición. Es, en realidad, la dimensión de significación o semántica de los términos en las oraciones o proposiciones y presupone la referencia de los vocablos a objetos diversos.
Como también señala Abbagnano «Los objetos a los cuales se refiere la suppositio tienen que tener un modo de existencia determinado: o como realidades empíricas (cosas o personas) o como conceptos mentales o como signos escritos».
Para Ockham la suposición personal es cuando los vocablos o los términos están en lugar de las cosas. En cambio en la suposición simple el término está en representación del concepto, pero con un segundo significado indirecto, por ejemplo, al decir hombre es una especie». La suposición material es la plasmación de la significación como signo verbal o escrito. Respecto al concepto o término mental escribe Ockham en su tratado Suma Lógica: «Pero aquello existente en el alma que es signo de una cosa, y de lo que se compone la proposición mental, tal como la proposición vocal se compone de palabras, a veces se llama intención del alma, a veces concepto del alma, a veces pasión del alma, a veces semejanza de la cosa, y Boecio en el Comentario a Sobre la interpretación lo llama intelecto».
Ockham suprime el valor ontológico de los universales. En esto como en otras cuestiones es un precursor. También separa de manera más clara y rotunda la filosofía de la teología. Utiliza un criterio de demostración que se fundamenta en la deducción lógica.
Da una extraordinaria significación e importancia a los hechos y a lo singular o particular en su epistemología y en sus planteamientos filosóficos. Se le ha considerado un empirista radical. Porque reitera que el conocimiento intuitivo o directo de las cosas concretas es lo realmente válido.
También es preciso valorar sus obras teológicas y su filosofía política que parten de la realidad, pero que analizan cuestiones referidas a la voluntad divina y a otros aspectos muy sutiles relacionados con lo divino.
Según su teología no hay nada físicamente imposible para Dios, porque es omnipotente. No estaba de acuerdo con la doctrina de la iluminación de San Agustín y tampoco con la teoría de la abstracción de Santo Tomás de Aquino.
Es evidente que Ockham ejerció una gran influencia en el pensamiento medieval y también en el comienzo del Renacimiento. Nació en 1285 cerca de Londres y su muerte se produjo en el año 1349 en Alemania a causa de la peste negra.
Los comentarios están cerrados.