Parece ser que Pedro Sánchez está decidido a gobernar sin pactos o acuerdos de legislatura simplemente con el apoyo de los 123 escaños de su partido. Considera que con Podemos es suficiente llegar a acuerdos puntuales una vez que esté gobernando y también con otras formaciones políticas. No quiere, de momento, una coalición de gobierno con Unidas Podemos, porque, tal vez, considera que no es necesaria.
De todas maneras, poco antes de la próxima cita electoral de las autonómicas, locales y europeas el 26 de mayo se sabrá la composición de la mesa del Congreso que dará pistas fiables sobre algunos aspectos de la conformación del nuevo ejecutivo o, en todo caso, se verá la actitud respecto a posibles pactos o coaliciones.
Como se sabe en una primera vuelta Pedro Sánchez necesita los 176 votos afirmativos para seguir siendo Presidente del Gobierno, pero en una segunda vuelta con lograr más votos afirmativos que negativos ya comenzaría una nueva legislatura en su cargo de Presidente del país. Quizás piensa que no va a tener problemas en ser investido de una de las dos formas.
En cualquier caso, descartada la coalición de gobierno del PSOE con Ciudadanos porque ninguno de los dos partidos la desea parece que la opción mejor, por varias razones, es la suma del partido socialista, Unidas Podemos y partidos no independentistas, si bien se alcanzaría la cifra de 175 votos afirmativos y haría falta uno más para la mayoría absoluta. Ciertamente, con la suma de PNV, Coalición Canaria, Partido Regionalista de Cantabria, Compromís y con los dos votos de Navarra Suma se llegaría a 177 votos con lo que Pedro Sánchez sería presidente. También habría la posibilidad de investidura con los apoyos de alguna de las formaciones independentistas.
Lo que es indudable es que Pedro Sánchez tiene todas las cartas en la mano para seguir gobernando buscando la justicia social y el progreso de este gran país que es España. Y sería bueno que se lograra una mayor estabilidad política por el bien de todos los ciudadanos.
En estas recientes elecciones generales el nivel de participación ha sido muy elevado, lo que es expresión de la situación económica actual. Los ciudadanos quieren una política que resuelva los muy graves problemas referidos al desempleo, la precarización del trabajo, las grandes desigualdades económicas, la Sanidad, las pensiones y un largo etcétera de dificultades que entorpecen que exista realmente un estado social de derecho igual para todos.
En este sentido, esperemos que en los próximos meses la actividad política del nuevo gobierno discurra con la fuerza necesaria para que las decisiones políticas tengan el mayor nivel de acuerdo posible por varios partidos políticos al menos.
También en el Congreso y el Senado el respeto y la escucha atenta de las propuestas de las formaciones con menor representación parlamentaria debe ser la tónica habitual en las sesiones de ambas cámaras y en los trabajos de los diputados y senadores buscando sumar y no restar, desde un planteamiento claramente integrador en lo posible.
Por supuesto, las diferencias de criterio político y de planteamiento estarán presentes como es lógico en todo estado democrático, pero esto no debe impedir la búsqueda de acuerdos sobre cuestiones de interés general.
En las próximas semanas se irán viendo los movimientos de los partidos con mayor representación de cara a delimitar un bloque de gobierno o de oposición constructiva. Y las minorías pueden ser decisivas, como una especie de bisagra para poder gobernar y aprobar medidas y leyes.
La fragmentación de los votos o el aumento del número de partidos son dos caras de la misma moneda. Ya se sabe que acabó el bipartidismo y esto puede ser motivo de alegría también. Porque de esta forma los dirigentes de los partidos y las bases de los mismos tienen que hacer una política con más diálogo y negociación del que existía hace no tantos años.
Otra cuestión decisiva es el resultado de las elecciones europeas, locales y autonómicas del próximo 26 de mayo. Posiblemente no haya muchos cambios respecto a las generales y cambie poco la tendencia de voto ya conocida. Si bien en esto las predicciones son arriesgadas. Porque el ámbito de estas elecciones no es el mismo y, por tanto, los votantes lo pueden tener en cuenta o no. Aunque lo previsible es que no se produzcan grandes variaciones en la distribución de los votos.
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